Gracias por darme a Betsy, pero…

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Alonso nunca ha aportado un peso para la manutención de la pequeña Betsy, es más ni se conocen, él huyó cuando Mayra le dijo que estaba embarazada, “pues no lo quiero, deberías sacártelo, a lo mejor ni mío es”, fueron sus palabras; hoy a 12 años de distancia, diagnosticado con diabetes y comenzando a perder algo de visión, localizó a Mayra y exige ver al niño, “ni siquiera sabe que es niña, menos que es su misma cara”, comenta ella enojada, furiosa y “con ganas de que nunca hubiera vuelto”.

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El corazón de Mayra se detuvo segundos interminables hace una docena de años, ella apenas pisaba los 16 y él ya de 26, se enamoró de Alonso de verlo casi diario, chofer de una desaparecida ruta de camiones en Tepic y ella yendo a la prepa con calificaciones regulares y una familia de estricta orden moral en la cual las mujeres no debían estudiar más allá de saber leer y escribir, “porque ustedes sólo sirven para cocinar, lavar, y obedecer a su marido”, decía el papá de Mayra.

Sin embargo, a Mayra el futuro le pintaba diferente, la menor de 4 hermanas y con largas pestañas que al moverlas rápidamente convenció a su irrazonable padre que ella podría ser la doctora que le curara los males en su vejez, “mire, voy a estudiar mucho y tendrá doctora aquí todos los días, para mi mamá nadie la va a andar revisando más que yo, ándele”, apoyada por su mamá logró estudiar secundaria con cuadro de honor y pintaba para mucho en el bachillerato, pero se le atravesó Alonso.

Él no era como todos los chóferes, o al menos así lo veía ella, él no la pelaba mucho, “yo olía a ministerio público, pero me gustaba tanto, moreno con brazos fuertes y largos, tenis, playera así floja, sonriente y seguro, como sí supiera todo de el mundo, yo sin roce con hombres porque en casa estaba prohibido incluso ver besos que se daban los de las novelas, así que cuando empecé a tener poquita libertad de irme sola en el camión pues solo tenía ojos para él”.

Mayra recuerda que hasta dejaba pasar dos o 3 camiones para irse a su casa en el que manejaba Alonso, a pesar de los regaños en casa por llegar tarde. Un buen día coincidió en que casi no había pasajeros y Alonso y ella comenzaron a platicar, “lo clásico, cómo te llamas, estudias, tienes novio y yo pues respondí todo lo que me preguntó, a las dos semanas de eso, llegó a la prepa por mí, cuando salí estaba parado afuera, yo pensé que iba por alguien más, cuando me dijo que por mí yo sentí el corazón fuera del cuerpo”.

“De ahí en adelante él me dijo que me quería, que le gustaba y que ya éramos novios y que los novios se veían a solas y se tenían que conocer, yo no tenía a nadie a quien contarle, mis hermanas casadas y sin voluntad para enfrentar ni a mi papá ni a sus maridos, mi madre acudiendo a rezos aquí y allá para purificar el alma, estaba sola, sin amigas, sin nadie y pues pasó lo que él quería, una y otra vez hasta que quedé embarazada, le dije y nunca más lo volví a ver, quise morir”.

Ella calló su angustia por más de dos meses, pero el papá que ya nomas la tenía a ella para agobiarla en casa le notó, “algo raro” y sin más le dijo, “estás embarazada”, las lágrimas de ella y su silencio le dieron la respuesta, “me agarró del brazo y me puso en la calle, así, como si fuera un mueble, eres una ….ni tu madre ni yo queremos verte nunca más porque no vamos a cargar con tu pecado, cuando te mueras irás al infierno por desviar los designios de Dios, cerró la puerta y hasta hoy no me han vuelto a recibir”.

Descalza, con un camisón largo y con el alma hecha nudo, “me quedé en la banqueta, no supe qué hacer, fui a tocarle a mi hermana mayor, vive a unas casas adelante de con mi papá, me abrió y le dije, estoy embarazada y mi papá me corrió, por suerte su esposo estaba fuera de la ciudad y me dejó pasar, me dio ropa y zapatos, le habló a una tía olvidada de mi familia por ser liberal y que vive en un municipio alejado de  Tepic, le dijo lo que había pasado y ella, mi tía Enedina me rescató, le pidió a una comadre enfermera que a diario salía a las 5 de la mañana de aquí hacia donde ella vivía que me llevara en el carro y así fue, mi tía Ene nos salvó a Betsy y a mí, me dijo que no era un crimen lo que hice y que tampoco era la única, que “había que trabajar y salir adelante”.

“Limpie casas, ayudé en tienda, tuve a Betsy en casa apoyada por mi tía y una vecina, cuando Betsy lloró al salir de mi, vi el sol más grande y luminoso aunque fuera cerca de la medianoche, desde ese instante le juré que yo no sería como mi familia, y que tendría mucha madre para que nunca extrañara a un padre”.

Ahora Mayra se enfrenta a que Alonso le reclama querer ver, “al niño porque tiene derecho, desgraciado, me amenazó que si no lo dejo verlo él y su compadre influyente me lo van a quitar”, sin embargo, lo que Alonso no sabe es que Mayra y Betsy encontraron en Fernando, abogado trabajador y honesto un respaldo moral, familiar y económico, ha registrado a la pequeña como suya y como tal ha emprendido la lucha legal para que la justicia sea eso, justicia y sí bien no le negarán el derecho a que Alonso vea a “su hijo”, tampoco será bajo sus condiciones, sino sólo lo que la ley indique.

Mayra, Betsy y Fernando son una familia consolidada desde hace 4 años, tropezaron uno con el otro y de inmediato hicieron “click”, los 3 tienen una pequeña casa, llena de luz y amor y por nada del mundo piensan alterar su vida, “a Alonso que Dios lo bendiga, dentro de todo lo malo que fue, me dio la luz de mi vida, mi fortaleza, mi nena, sólo le deseo bien a pesar del daño que me hizo y a mis papás igual, que Dios los bendiga y siempre les voy a agradecer lo que me hicieron porque entonces ahora soy fuerte y eso es lo que me sostiene”, expresa una Mayra radiante con su hija abrazada a un lado, esa imagen me llevo en la mente, la de un final ideal para una mujer que sólo creyó en el amor. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com

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