Gustavo Ayón, de “vago” de Zapotán, Nayarit, a la NBA

Entre montañas, resguardado por cañaverales y milpas se encuentra el pueblo de Zapotán, municipio de Compostela, en donde el sonido del viento y la tranquilidad eran trastocados por el niño Gustavo Ayón, conocido ahí como “el vago”, por decirle travieso, y que llegó a las grandes ligas del basquetbol en Estados Unidos y España.

El Premio Nacional del Deporte 2015, por su trayectoria en el basquetbol y su calidez humana, a sus 30 años, es reconocido e hijo predilecto de su tierra natal, donde también es ejemplo de superación para adultos, jóvenes y niños; a él le han dedicado corridos, festejos y es pretexto para hablar siempre de basquetbol.
Gustavo Ayón Aguirre nació el 1 de abril de 1985, en Zapotán de las Jícaras, como se le conoció al lugar, y el gusto por el basquetbol fue iniciado por sus padres, Carlos Gustavo Ayón Peña y María Edelmira Aguirre, quienes practicaban el deporte e inculcaron en sus cuatro hijos, la disciplina.
Sobre ello habló para Notimex, su madre, quien destacó que “su papá jugaba basquetbol, se usaba en aquellos años, (en la infancia de Gustavo), que de un pueblo a otro iban equipos a (jugar) a Carrillo Puerto, al Conde, Mazatán, a pueblitos, a Compostela, y se le pegaban ellos, y me le pegaba yo; yo jugué también, no como ellos, pero cuando estaba yo en la normal”, contó.
En el pueblo, la figura del Titán de Nayarit es de alegría y orgullo; los jóvenes lo esperan para recibir lecciones de basquetbol y convivir con él, mientras que los niños, quienes juegan a ser súper héroes, han incluido al deportista como parte de su imaginario.
El lugar apenas rebasa los mil habitantes, y pocos son los que salen al paso; esa quietud se combina con el rumor del viento en las hojas de los árboles, con el sonido de los animales, el de las actividades diarias de gente del campo, y uno que otro vehículo que de repente pasa.
Los padres de Gustavo, y algunos de sus conocidos, señalaron que la tranquilidad del lugar contrastaba con la inquietante actitud del niño Ayón, el que vivió en el pueblo, a quien todos calificaron con el regionalismo de “vago” que es como decir travieso.
Doña María Edelmira recordó que “era muy vago, cada vez que viene recuerda algo que le pasó cuando era chico; mi casa no tenía bardeo y hacia abajo había un terreno con ganado; él andaba de vago y cayó al corral, la vaca se le vino encima, y yo alcancé a agarrarlo de los cabellos y lo brinqué para este lado, eso recuerda siempre, que lo salvé de que la vaca lo cornara” dijo.
Don Carlos, su padre, también comisario ejidal de Zapotán, dijo que en el pueblo las personas han tomado como ejemplo a su hijo porque ha sobresalido en el deporte, pero además ha puesto en alto el nombre del lugar y de México.
“Aquí casi no vienen turistas, pero por el nombre de Gustavo se han logrado algunas cosas como el drenaje de la comunidad y la rehabilitación de la plaza principal, y pues las personas se sienten orgullosos de saber que es de aquí, los muchachos quieren jugar basquetbol y los niños se visten de súper héroes, pero también dicen que quieren ser como Gustavo” aseguró.
La plaza principal es presidida por un kiosco de dos pisos, y un monumento que representa a un tractor, como símbolo de la actividad agrícola del lugar; hay palmeras y una cancha de basquetbol, que dice el comisario, sustituyó a la primera que tuvo el pueblo, en el cerro.
El jugador no es el único “Titán” famoso de Zapotán, ahí existe una leyenda popular que refiere a una especie de todopoderoso de la cultura tecoxin, Tata Marmaya que habitó la región durante la conquista española, y que se sabe, se distinguió por su gran estatura.
En un artículo periodístico, el historiador Rodolfo Medina Gutiérrez, mencionó que Marmaya, por su gran tamaño, era custodio del sitio, mantenía alejados a los enemigos de tribus vecinas, y a los españoles.
Detalló que como parte de la evidencia de que los gigantes existían ahí, hay ahí una parcela, una piedra de grandes dimensiones, que semejaba a un metate que aparentemente pertenecía a Lucía, la consorte de Marmaya.
El monolito fue trasladado, según la reseña de Medina, al cerro conocido como El Metate, donde solamente permanece una parte, y sirve de abrevadero para el ganado.
A propósito de leyendas, el recién nombrado Premio Nacional del Deporte 2015 ha sido inspiración no sólo para que las personas se superen, si no dar nombre espacios comunes de la localidad, como una tienda, de las pocas que existen, que en honor a la actividad de Gustavo, fue nombrada NBA, las siglas de la National BasketballAssociation.
Sobre ello, Hugo Suárez, dueño de la NBA de Zapotán, contó que “lo conozco desde la niñez, era muy vago, y ha sobresalido, es sencillo como cualquier joven de rancho, ahora es reconocido e internacional; es un orgullo que haya sobresalido y por eso le puse así a mi tienda”.
El paso de Ayón por la NBA ocurrió desde el 2011 al 2014, cuando formó parte de los Hornets de Nueva Orleans, del Orlando Magic, de los Bucks de Milwaukee y de los Hawks de Atlanta.
Para todos, el mayor logro es que el nombre de su tierra apareciera en los principales medios de comunicación del mundo, y que un joven exitoso, que cada vez que no tiene torneos, regrese a su tierra.
“En el pueblo hay más deporte, y cuando viene de vacaciones, los niños quieren jugar con él, hace torneos, y enseña cosas, se van a hacer también unas obras”, dijo Hugo Suárez.
A partir del ejemplo que ha impuesto el deportista, las mujeres del pueblo, algunas madres jóvenes, se han interesado por conformar equipos y se dan espacio dentro de sus labores, para jugar, así lo dio a conocer Liritzi Delgadillo Hernández, quien dijo, jugó en la infancia en equipos con Gustavo, y luego se convirtió en su alumna.
“Con él, jugábamos básquet, nos gustaba cómo nos entrenaba junto con su hermano Juan, además no conseguía los trajes (uniformes) organizaba y organiza cuando viene, los campeonatos y nos llevaba a los lugares para jugar; era buen entrenador y para nosotros es lo máximo” destacó la mujer de 30 años.
La cancha donde jugó Ayón en sus primeros años, es una explanada pequeña con dos tableros, que se ubica en las faldas de lo que ahora es el lienzo charro; el sitio fue abandonado por muchos años, hasta que un grupo de mujeres la rescató, aseguró Liritzi.
“La cancha estaba reventada, entre todas nos pusimos a machetearla, a limpiar, para jugar fut y basquetbol; vinimos cinco señoras a trabajar, pero ya se nos fue una, así que nada más venimos cuatro, y jugamos de a dos”, dijo.
El basquetbol ha sido una actividad común en Zapotán, actualmente se organizan retas por diversión, y en su momento, el buen juego del ala-pivot del Real Madrid fue motivo de disputas entre los equipos locales, quienes buscaban que él fuera parte de su equipo.
Así lo recordó Marco Antonio González Guzmán, otro poblador que jugaba en equipos contrarios a los del Titán.
“Él siempre jugó en buenos equipos, aquí se lo peleaban todo el tiempo, pero los equipos malones ni soñábamos tenerlo, no le hacíamos competencia pero se veía que tenía buen juego y aunque eran de diversión, ya se veía que él iba a llegar lejos; ahora hasta le hicieron un corrido, una banda que se deshizo ya, pero a Ayón le gusta oírlo” indicó.
Don Carlos Gustavo refirió que cada oportunidad que tiene, su hijo vuelve a Zapotán y la vida sigue igual como cuando él vivía ahí, trabaja en el campo junto con su familia, y mantiene contacto estrecho con sus paisanos.
“Le gusta estar aquí, hace eventos en la cancha de basquetbol, se viene a trabajar aquí con nosotros al campo, y no sea vuelto alzado, al contrario; él trazó una meta y se decidió por el deporte, nosotros le insistimos que hiciera una carrera, pero nunca les he impuesto nada, lo que ellos hicieran estaba bien”, expresó.
El que su hijo sea ganador de premios es orgullo para el hombre que asegura que en la comunidad no se han generado incomodidades o envidias por el éxito del basquetbolista; incluso, señala que ellos mantienen su actividad como siempre.
“Nosotros aquí seguimos y con eso estamos bien, nos dedicamos al campo, a sembrar, a cuidar vacas, a eso nos dedicamos, no sabemos hacer otra cosa”, sostuvo.
También doña Edelmira refirió que uno de los principales consejos que da a su crío es que mantenga su sencillez y valores.
“Siempre le digo que ponga sus pies en la tierra, nada que para arriba, porque esto se acaba, nada es eterno; es lo que siempre le decimos su papá y yo. Y a la mejor su forma de ser lo ha ayudado a ser esa persona sencilla que siempre ha sido”, concluyó.
El pueblo de Zapotán tiene poco más de 300 viviendas y en promedio existen 524 hombres y 499 mujeres; el acceso desde la cabecera municipal de Compostela, pasando por Carrillo Puerto, es de aproximadamente 20 minutos, por vías de comunicación en buen estado.
El olor del campo y las vistosas flores cañas advierten del recibimiento cálido que cualquier visitante puede tener entre los pobladores que se reúnen en la Comisaría Ejidal, en las puertas de las casas, o caminando por las calles, que aún arrastran el polvo, en la tierra que vio nacer al Titán de Nayarit, Gustavo Ayón.

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