Luego de temerle a las albercas por un trauma de la adolescencia, terminó disfrutando de la natación hasta el punto de obtener reconocimientos por ello
Toda su vida, Julieta del Carmen Gutiérrez temió meterse al agua por aquella experiencia en su adolescencia, cuando una de sus amigas la aventó a una piscina allá por la década de 1930 y por poco se ahoga. “Tragué agua, horrible, un zumbido en la cabeza, no, no, no, fue una impresión tremenda que nunca quise volver a meterme a una alberca”.
Sin embargo, a los 70 años de edad esta tapatía tuvo que aprender natación, deporte que se convirtió en una de sus pasiones. Ahora, 20 años después, obtuvo una gratificante recompensa a su dedicación al ganar el primer lugar en su categoría en el maratón acuático de la laguna de Santa María del Oro, en Nayarit, para lo que recorrió una distancia de tres kilómetros.
Nació el 16 de junio de 1925 en una casa en el barrio de Analco. Terminó su carrera de comercio a los 15 años (en aquel entonces después de la educación primaria se estudiaba la carrera, sin secundaria o bachillerato) y comenzó a dar clases en la academia Amado Nervo, que fundó su padre.
Su formación y acaso sus genes la mantienen en un estado inmejorable de salud y de espléndida lucidez. Incluso aún camina en tacones y conduce casi 30 kilómetros diarios su auto de su casa a nadar y al templo de Santa María Goretti. Ah, y come lo que quiere.
Pero no todo ha sido bienaventuranza en su vida, pues a los 40 años se le paralizó la mitad derecha de su cuerpo por artritis. “Duré como cinco años que medio lado no lo movía”. Gracias a un médico que la motivó a tomar terapias superó el padecimiento y volvió a la actividad física… mucha.
Tanto que a los 60 años ganó un tercer lugar en un maratón de ejercicios aeróbicos en el gimnasio al que iba; y a los 65 años ganó el segundo sitio en un concurso de abdominales para mayores de 30 años: hizo dos mil 32 y se detuvo porque su hija se lo pidió, no porque estuviera cansada. El primer sitio lo ganó una mujer de 31 años. Pero claro que todos sus ejercicios eran terrestres.
Fue cinco años después que su médico le advirtió que debía nadar porque le detectó un problema en la columna lo que de inmediato replicó Julieta por su temor a las piscinas. “Dijo, ‘tiene que aprender a nadar para mantener a sus vértebras en su sitio’, le dije, ‘pero es que yo le tengo mucho miedo al agua’. ‘Pues aprende a nadar o aprende a andar en silla de ruedas’”.
“¿Cómo perdí tanto mi juventud sin disfrutar el agua?”, se pregunta ahora que nada tres días por semana kilómetro y medio. Hace unos meses el hijo del dueño de las albercas, Rafa, le propuso que participara en el Maratón Acuático de Santa María del Oro; aunque fue renuente al inicio, finalmente la convenció.
El 20 de marzo compitió en la categoría para personas de la tercera edad. “El que tenía mayor edad era de 70 años, y a media laguna ya no pudo y se regresó en la canoa, era el que más se me acercaba”. Y más que ganar la competencia, Julieta fue la única que concluyó la maratón, y le sobraron energías. “Sentí una mano en la cabeza, era Rafa, que me dijo que ya había terminado”.
Al salir de la laguna los mayores vítores se los llevó ella entre la multitud que la esperaba, más que los ganadores de las categorías de niños y adultos. “Me volví el centro de todo el evento, yo sabía que había otros campeones pero la gente se concentró en mí, me aplaudían, me gritaban, por la edad, supongo, ‘¡Felicidades, la de noventa, la de noventa!’. Pues todos supieron mi edad. Me sentí muy contenta de haberlo logrado, dos horas y media y nadé tres kilómetros”.