La amenaza de Corea del Norte

Véritas Liberabit Vos

Nene, nene, ¿qué vas a hacer cuando seas grande? ¿Estrella de rock and roll?, ¿Presidente de la Nación?, Nene, nene¿ qué vas a hacer?, cuando alguien apriete el botón”, esta letra del cantautor argentino Miguel Mateos se empezó a escuchar allá por los años de 1986, años anticipados por lo menos tres a lo que sería la caída del Muro de Berlín y con ello el desmembramiento del potente bloque comunista encabezado por la Unión Soviética que posterior al fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 habían mantenido al mundo junto al otro bloque encabezado por el capitalismo de los Estados Unidos dentro de una vorágine de temor y control, de desarrollo armamentista y de dominio territorial e ideológico en lo que se llegaría a llamar la Guerra Fría, un choque de poderes entre los dos núcleos en que el mundo quedó dividido después de los seis incruentos años que se vivieron de conflagración mundial y donde el ser humano fue testigo de una de las más atroces destrucciones contra todo tipo de vida que fueron las explosiones de sendas bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki perpetradas por el bando aliado.

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Pues bien, así como la letra de esta canción pop orientada a aquella juventud nos hacía ver ya muchos años después como aún continuaba latente aquella preocupación que quedó manifiesta sobre los horrores de la destrucción y muerte dejada por la estela de radiaciones de aquellas bombas lanzadas sobre una población inocente y desprotegida que la única culpa era ser ciudadana de un país en conflicto perteneciente a un bando del cuál para esa fecha ya quedaban muy pocos argumentos de lucha al haber caído el Sigfrido alemán y el César romano, quedando solo el Sol Naciente dando su lucha en el Pacífico, la catástrofe y el atentado de lesa humanidad quedo en la memoria como un hecho de indignación y coraje, para recordar en los corazones del mundo de un hecho para no volverse a repetir, sin embargo tal como lo expreso el inglés Tomás Hobbes en su Leviatán monstruo que representa la soberbia y el poderío del hombre sobre el propio hombre que nubla toda  razón y se vuelve contra sí, si ya Dios después del diluvio universal puso una señal visible que era el Arco Iris para recordar que jamás habría de mandar otro castigo igual, el hombre después de las bombas atómicas no puso ningún límite visible y ante la soberbia la memoria es flaca y desde entonces el peligro era inminente.

La posibilidad de que la siguiente guerra no fuera otra sino la hecatombe radioactiva generada por la pertinaz avalancha de ojivas nucleares enviadas mutuamente por los dos grandes polos de poder era la temática común de las películas, novelas o charlas de café sobre política internacional de casi la mitad del siglo pasado, viviéndose bajo ese sino conflictos como el de Vietnam, Cuba y la crisis de los misiles, Checoslovaquia, Afganistán entre otras y una de las más significativas para nuestro días la Guerra de Corea, en todas ellas se buscaba atemperar el belicismo de personajes como Kruschev, Brezhnev, Andropov, Chernenko y la diplomacia de Kennedy, Nixon, Ford, Carter, Reagan en quienes descansaba esa decisión tan decisiva de dar la orden de oprimir el botón.

En este siglo XXI ya sin guerra fría, en otros escenarios de la geopolítica, este sentimiento de temor, del fantasma de un ataque nuclear se revive con la postura cerrada y provocativa del mandatario de Corea del Norte Kim Yong-un que a pesar de los avisos dados por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha continuado con mantenerse con su proyecto de ensayos ha, nucleares mucho más poderosos que todos los anteriores a la fecha, lo que ha ocasionado una respuesta por parte del mandatario estadounidense Donald Trump donde ya no podemos saber a qué actitud puede atenerse el mundo ya que de sobra sabemos que la Casa Blanca ya no es habitada por un Presidente diplomático o cerebral como los que antecedieron a Trump durante lo más álgido de la Guerra Fría.

El Consejo de Naciones Unidas ha actuado ante esta situación Coreana no con toda la fortaleza que se pudiera esperar y de aquel bloqueo total a  exportaciones de petróleo que sería una medida que afectara grandemente la economía de ese país, quedó en una limitación a ellas, lo mismo que el criterio para inspeccionar la flota de barcos que lleguen a ese país para supervisar el tipo de materiales que no sean aditamentos para la fabricación nuclear, o un bloque comercial a los productos especialmente los de origen textil; las sanciones no son como pudieran esperarse por parte de los Estados Unidos, ya que dos potencias vecinas como son China y Rusia no verían con buenos ojos la intromisión cercana de efectivos norteamericanos, igualmente la situación que podría vivir la población civil norcoreana ante este estrangulamiento económico amén del político que viven en ese régimen totalitario, e igual como consecuencia la afectación a Corea del Sur sería de efecto dominó.

La situación es tensa ya que Estados Unidos ante la no respuesta del Comité de Seguridad puede tomar la decisión de iniciar por su cuenta acciones bélicas contra el régimen de Pyongyang teniendo como objetivo la caída del régimen de Kim Yong-un lo que se ve difícil y de enormes consecuencias colaterales; posibilidad no remota si se quiere ver la actitud tomada por el gobierno de México de considerar persona non grata al embajador de Corea del Norte y pedir su salida del país en 72 horas ¿será para empatizar con el Presidente Trump?.

Esperemos que las conciliaciones y negociaciones diplomáticas se lleven con toda objetividad y deseo de Paz mundial y confraternidad al margen de fobias, filias o tendencias superiores, y no tengamos que padecer la angustia y zozobra de la Guerra Fría al pensar que hacer cuando alguien apriete el botón.

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