LA AÑORANZA DEL ANTIGUO ESTADIO NICOLÁS ÁLVAREZ ORTEGA

LA VERDAD… SEA DICHA

Por Martín Elías Robles

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      Si los terrenos de los estadios derrumbados en Tepic siguen perteneciendo al gobierno estatal, hay esperanzas de volver a construir ahí el centro del fútbol. Qué tal, amigo lector; ahora que hemos recordado al Estadio Nicolás Álvarez Ortega, nuestro emblemático monumento deportivo que en el sexenio del ex gobernador Ney González nos lo derrumbaron, y que luego se dijo que los terrenos donde estaban los dos estadios pasarían a manos de la Universidad Autónoma de Nayarit, para finalmente quedar como Parque de la Dignidad,   pues si dichos predios siguen perteneciendo al Gobierno del Estado, eso podría significar que de algún modo se pudiera cristalizar el sueño de volver a construir ahí un nuevo estadio de fútbol, algo que los aficionados de Tepic han anhelado por años. Habría que investigar qué tanto de verdad lleva el asunto, y la factibilidad de que el gobierno, los empresarios, la gente del deporte y la misma sociedad civil en su conjunto pudieran hacer posible un proyecto de obra que diera gran realce a la capital, además de un gran impacto positivo en los jóvenes nayaritas.

 EL TEPIC DE ANTAÑO. Amable lector, cuando le he platicado de la época en que llegué por vez primera a esta bella ciudad de Tepic, es porque vienen a mi memoria recuerdos inolvidables al lado de mi familia materna. Fíjese usted como es la vida; de aquel entonces nada más me sobreviven hermanos y primos, pues mi madre, mis abuelos y todos mis tíos y tías ya pasaron a mejor vida. Bueno, eso de mejor vida, es algo que siempre se nos dice como consuelo a los que nos quedamos en este mundo terrenal, para que la pérdida nos resulte menos dolorosa; pero no me dejará usted mentir, es muy bonito recordar la época y el lugar donde crecimos, donde forjamos el carácter para ser hombres de bien. Yo tuve una abuela chapada a la antigua que no nos dejaba masticar chiche a los hombres, porque decía que se nos caían las talegas, y a las mujeres les recriminaba que parecían verdulera o tortillera mascando el dulce, lo comento con el respeto que nos merecen las personas que se dedican a estos trabajos en donde dicho sea de paso, sí les gustaba mascar su chicle todos los días.

Mire, Tepic era una pequeña ciudad muy singular con un clima siempre templado. Allá por el año 1979 justo en la Avenida México a la altura de Catedral, había algunos puestos multicolores que adornaban el paisaje, vendimias de todo, pero siempre llamaron mi atención los lugares donde vendían el nanchi, esta pequeña fruta amarilla con sabor extraño que tanto le gusta a los nayaritas, y que cuando la comes por primera vez resulta difícil encontrarla apetitosa por su escandaloso olor y sabor exótico. El Tepic del que le hablo era un pueblo futbolero y beisbolero, así que sus dos estadios cuando había partidos siempre eran concurridos por los tepicenses que no tenían mayor distracción que esa, o asistir al Cine Azcona, al Amado Nervo, o al Premier 70, cines que formaron parte de una gran época para la ciudadanía.

A mí el Béisbol  nunca me gustó, así que mis tíos solían llevarme al  ya desaparecido Estadio Nicolás Álvarez Ortega a presenciar los partidos del glorioso equipo Deportivo Tepic, un equipo de fútbol al que no sólo seguíamos, realmente estábamos orgullosos de aquellos aguerridos futbolistas nayaritas. Tepic, en aquel entonces era una ciudad pujante, creciente, y por curioso que parezca siempre tratábamos de presumirla a los foráneos como un lugar único, aunque sólo pudiéramos mostrar la Catedral, el Paseo de La Loma  y la Alameda, donde venían artistas de la Ciudad de México a realizar sus fotonovelas que una vez publicadas a nivel nacional se volvían la sensación de los tepicenses porque sentíamos que todo México estaba observando nuestro querido terruño.

Algunos años después, cuando me fui a radicar a la imponente Ciudad de México bastantes veces me llegaron a preguntar que dónde quedaba Tepic porque jamás habían oído hablar de esta ciudad, y lógicamente el comentario me molestaba, aunque con el tiempo me acostumbré tomando con graciosidad el comentario de los chilangos, o defeños como les gusta que les llamen a los nativos de aquella zona del centro del país. Otro día si me lo permite amigo lector le platicaré de mi primera impresión al conocer las playas del municipio de San Blas, y de lo que sentí cuando descubrí la imponente belleza de lo que hoy es La Riviera Nayarit. Mi madre siempre nos hablaba de esta tierra Cora comparándola con un pedazo de cielo, y el día que vine por primera vez entendí porqué el compositor José Alfredo Jiménez quedó maravillado de esta tierra nayarita situada “entre cerros verdes y el azul del cielo”. 

EMPEZARÁ LA LLORADERA EN LOS MUNICIPIOS. En unos cuantos días seguramente los alcaldes empezarán a decir que no tienen dinero para cubrir las prestaciones de fin de año a los trabajadores. Las razones para la falta de liquidez pueden ser muchas, como la mala administración, las deudas anteriores, el abuso de los recursos y la pésima recaudación de impuestos por parte de los ayuntamientos. robleslaopinion@hotmail.com

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