La combi que no lleva lo que esperan

Simples Deducciones

Cuando yo pasé por primaria, secundaria  y hasta preparatoria, la obligación era leer, hacer resumen y los maestros más odiosos hacían sus evaluaciones de algún libro, esas preguntas que nadie sabíamos responder, ¿qué había en la mesa de la esquina olvidada?, todos habíamos grabado nombres, fechas y hasta color de ropa, pero aquellos pequeños detalles casi siempre pasaban inadvertidos para la mente, hasta que aparecían como la pregunta que daba los dos puntos para pasar el examen.

Publicidad

Esta semana, dos animosos jóvenes universitarios dieron a conocer que llevan decenas de libros, en la Combiteca, van a las localidades, realizan talleres de lectura y hasta regalan libros, todo sin fines de lucro; el objetivo, nutrir el alma, derribar fronteras, llenar el espíritu de conocimiento, pero no todos quieren ver libros cuando se abre la parte trasera de este antiguo vehículo.

¿Trae despensas?, ¿ropa de segunda?, cuando la respuesta es negativa la gente se va, pasó justamente el día que se presentó a los medios la Combiteca, una señora con dos niños se detuvo y preguntó a reporteros, “¿qué regalan?”, cuando se le dijo que libros, no dudó en seguir su camino.

Recuerdo entonces lo difícil que era hasta hace algunos 10 años conseguir un libro “best seller”, cuando estaba en la secundaria, o incluso en la preparatoria, teníamos que recurrir a los amigos que iban a Guadalajara o México para que lo trajeran, o te resignabas a esperar que llegara a las famosas librerías, Retes o Mina, ambas ubicadas por la avenida México. Como si no hubiera pasado el tiempo, vuelvo mi mente a esos días cuando se agotaban los libros para estudiantes, de contabilidad, estadísticas o literatura, los padres de familia hacían largas y tediosas filas, hoy de eso sólo queda el recuerdo.

¿Dónde quedó la emoción de al hojear un libro llenar nuestros pulmones con olor a tinta, a papel nuevo y las ansias por devorar las líneas que formaban toda una historia. Hoy los niños y adolescentes no pueden leer “de corridito”, muchos de ellos no saben el significado de palabras que no son tan usuales pero peor aún, basta ver los posteos en redes sociales o en whatsapp para ver como la “h” aparte de muda es invisible, las “z” ni por error existen y la “q” de queso fue suplida por la “k”. La apatía en tener una buena escritura se refleja ampliamente cuando se leen los partes policíacos o las copias de las denuncias que se interponen ante los ministerios públicos, profesionales, egresados de universidades, y los ojos arden con la escasa ortografía que muestran en sus escritos.

Y el futuro no es para nada prometedor, los libros en físico cada vez se ven menos en manos de alguna persona, y hasta los periódicos van en desuso, ahora los portales digitales son lo que rige el mundo moderno, ágil, directo, sin mayor intermediario que un celular o computadora; si usted me permite, yo sigo pensando que se graba más un texto impreso que las páginas que pasan por la pantalla.

¿Quiénes son los culpables?, ¿los maestros, los padres de familia?, ¿la tecnología?, ¿por qué la apatía a leer?, si es una de las grandes maravillas que no pone límites a nuestra mente y corazón, a la imaginación; ¿por qué ese desdén hacia un crecimiento personal, al fortalecimiento de la memoria?, ¿acaso no nos interesa que nuestros hijos y nosotros mismos seamos más capaces de viajar por el mundo a través de un libro? No puedo ni quiero imaginar que será de este mundo sin lectura y como si fuera la cereza del pastel, para acabar con la fe de que haya un mundo con mas lectores, el premio Nobel de Literatura 2016, se lo entregan a Bob Dylan, cómo creer que no había mejores perfiles, hoy se pierde la confianza en quienes hacen la selección de los ganadores y eso duele y mucho.

Queremos un barrio, una colonia, una ciudad, estado, país y mundo distinto, para ello necesitamos leer, como dice un amigo, lo que sea pero leer constantemente algo; empecemos por nosotros mismos, en casa hay mucho por hacer, impulsemos a los más chicos a que lean. Los cambios en nuestra forma de ver el mundo al principio son imperceptibles, pero después la adicción a la lectura nos transforma, nos hace llegar a casa con las ganas de terminar un capitulo, de apagar más temprano la televisión y dejar el celular de lado; dale un mes a un buen libro, no perderás más que el entusiasmo de buscar en otro lado, lo que en tus manos tienes. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com

Publicidad