Simples Deducciones
Se casó siendo una adolescente prácticamente, “yo tenía 17 años, ya no estudiaba y trabajaba en una casa donde mi papá me metió, él a tiras y tirones me dejó llegar a la secundaria, siempre dijo que las viejas somos para la casa, no para ser alguien en la vida”.
Y aunque la idea no le agradó mucho porque ella quería ser enfermera, tuvo que sujetarse a lo que el jefe de la familia decidió, situación en la que su mamá no interfirió a pesar de los ruegos de Yadira de querer seguir asistiendo a clases.
“Qué podría hacer mi mamá, la pobre siempre estaba preocupada lavando ajeno, cuidando niños de otras personas para mantener a mi papá, que no conforme con no trabajar, le pegaba casi todos los días, a todos nos golpeaba, se emborrachaba hasta quedarse dormido, despertaba y exigía comida y más cerveza, así fue siempre, murió hace poco y yo, lo sigo odiando, siento que él condenó a que mi vida sea como es hoy”.
A Yadira ya se le acabaron las lágrimas al recordar su vida, es joven, 34 casi a punto de alcanzar 35 aunque físicamente pareciera tener cerca de 50, tiene una hija de 15 y un chico de 13, los 3 viven con una hermana que encontró un hombre que la quiere, la respeta y la apoya.
“Ella, mi hermana si tuvo mucha suerte, Daniel (esposo), la trata muy bien, la quiere y nos quiere, yo no sé que hubiera sido de nosotros sin ella, me abrió las puertas de su casa y ha aguantado los escándalos que mi ex marido ha venido a hacerme en la madrugada, pero ni aún así nos ha corrido, le agradezco”.
“La decisión de separarme no fue fácil, aún no lo es, a veces aún pienso que hice mal, pero mis hijos, verlos felices, sin golpes, estudiando, me hace muy feliz, aunque ahorita me he sentido mal, el doctor me dice que baje de peso pero me ganan los antojos de comer y comer y comer”.
Recuerda el motivo que la llevó a separarse de su ex, “me da vergüenza decirlo, pero un día yo estaba lavando afuera de la casa y duré rato, lavaba a mano y cuando entré, (la voz tiende a desaparecer), él estaba arriba de nuestra hija y pues, corrí, lo avente, y como pudo se levantó y me pegó, mucho, bien fuerte y se fue”.
Narra que la vecina oyó la grita, sus lamentos y cuando vio que el hombre salió de la humilde vivienda acudió en ayuda de la familia, Yadira le pidió 3 cosas, “una que sí me prestaba su celular para hablarle a mi hermana y a ver sí nos recibía, dos que sí me prestaba dinero para pagar un taxi y huir y por último, que no le dijera a él a dónde fui, lo hizo y por ella pude llegar aquí”.
Yadira aún no sale del círculo que le impusieron en su casa, no puede superar toda la condición de que la mujer debe sujetarse al hombre, “te trate como te trate, me dijo mi mamá”. Hoy lava y cocina ajeno para dos familias del barrio donde vive, con ese dinero apoya en los gastos de la casa y acude a una terapia psicológica de grupo que no tiene costo.
Aún no alcanza a comprender que es libre, pero el amor por sus hijos le da la fuerza para seguir adelante y no mirar hacia un pasado que la sigue persiguiendo en la mayoría de las noches. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com