Simples Deducciones
La peligrosidad de las redes sociales no sólo es física, sino también psicológica, es origen de depresión, frustración, alegría y hasta venganzas, pero, ¿Es realmente la vida que viven la que ahí se proyecta?, cuántas veces nos hemos encontrado a una “amiga” virtual que se ve muy, muy guapa en su perfil de Facebook y a la mera hora, es el resultado de los 20 filtros que le puso, de la luz que tenía en su rostro y de la pose que hizo para dicha imagen, esto es en el menor de los casos.
Al inicio de esta columna hablaba de codicia, y es que no puedes anhelar algo que no conoces, sin embargo la enorme carretera de las redes sociales, del Internet, nos permite conocer con tan sólo mover los dedos miles de cosas que muchas de las veces no están a nuestro alcance, pero para no ir tan lejos, ubiquémonos es los perfiles que sí conocemos.
Imaginemos un viernes por la noche, nosotros metidos en casa con escaso dinero en la bolsa (si, porque cayó como maldición que entre el último día del mes y el viernes se atravesó el fin de semana, así que pagarán hasta el lunes) y con tus escasos megas para navegar o si tienes suerte hay wi-fi, te conectas al “feis” y ves que tu compañero de oficina anda en Guadalajara tomándose fotos con una chica guapa en un centro comercial.
Vemos con sus publicaciones que está cenando en uno de los nada baratos restaurantes que hay ahí y luego sube foto de la alberca interponiéndose una copa de vino de por medio y el texto dice, “feliz y relajado, viva la vida” y tú dices, “¡¡¿viva la vida?!!”, y sientes una presión en el pecho, porque tú no podrás este fin de semana ir por tacos o hamburguesas o desayunar en la lonchería de la esquina, porque hay que guardar los últimos 20 pesos para el camión del lunes, eso, si es que no tienes hijos.
Sigues viendo las redes sociales y ves a más compañeros y conocidos, te topas con sus fotos de playas o bien con una botella de algún whisky o tequila caro en mano, recargados en un carro espectacular y piensas que la vida es injusta, que ellos son felices porque tienen eso y que algo está mal con tu vida.
Todo esto podría llevar a las personas a la depresión, al odio, a la envidia, pero del otro lado de la moneda, ¿La botella y el carro, son de la persona?, ¿o recogió la botella del piso? y se recargó en un bonito carro estacionado que sabrá Dios quién es el dueño.
Y es que, ¿por qué nos cuesta tanto trabajo ser felices? Tener una vida plena, aprender a disfrutar de cada momento, valorar todo lo que tenemos; al final, lo que verdaderamente envidiamos no es el coche del año de la vecina, los viajes, la casa de lujo de nuestro jefe o compañero, no, lo que en verdad envidiamos su “felicidad” y los idealizamos, pensando que si nosotros tuviéramos algunas de las cosas que vemos que tiene el otro, también seríamos felices, entonces, lo que envidiamos es simple, la felicidad del prójimo, aunque está no sea una realidad sino una falacia.
Tú aprecias una vida en redes sociales que quizá esa persona no tenga y la anhelas, sin saber que muchas de las veces son espejismos, que nada de ello es real y que tu vida es mucho mejor que lo que ves, porque lo tuyo es palpable, pero lo innegable es, que la “inalcanzable vida ajena”, nos puede sumir, en el peor de los infiernos en vida. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com