Véritas Liberabit Vos
Por Daniel Aceves Rodríguez
En menos de cuatro meses y opacado un tanto por la pandemia, se llevarán a cabo las elecciones en los Estados Unidos teniendo inmersa la posibilidad de una reelección por cuatro años más de Donald Trump, situación con un alto grado de probabilidad por factores que juegan en este momento a su favor ante la naciente nominación de Joe Biden como contendiente por el Partido Demócrata.
La reelección por un período más, es un punto aprobado en los Estados Unidos, no así en nuestro País, donde no es de dudar la ingente influencia que el vecino del norte ha tenido sobre el desarrollo histórico de México en que nombres como Antonio López de Santa Anna, Benito Juárez, Porfirio Díaz y Álvaro Obregón nos revolotean en la mente cual baldón hacia el sentido de la democracia.
Es precisamente este punto el que ha caracterizado todo un piélago de acontecimientos denotados como casos que muestran cierta ironía en el desarrollo de la apasionante Historia de México y que sin un sentido de anacronismo los expresamos dentro de un análisis objetivo y diáfano, encontrando en ello las razones que movieron la voluntad de aquellos próceres que el destino colocó en ese momento, en ese tiempo, en ese espacio.
La No reelección se convirtió en tema controversial y fue motivo de abigarradas discusiones y luchas intestinas que terminaron algunas de ellas en el campo de batalla, me refiero al término de la Reelección, punto culminante piedra angular en la construcción de una nación soberana y democrática.
Para desarrollarlo nos remitiremos a los comienzos de nuestra vida independiente donde después de transitar por la primera forma de gobierno que fue la Monarquía en la figura de Agustín de Iturbide, en 1823 el Plan de Casa Mata enarbolado por Antonio López de Santa Anna provoca su caída y por ende del Imperio, estableciéndose un triunvirato formado por Nicolás Bravo, Pedro Celestino Negrete y Guadalupe Victoria, correspondiendo a este último el encargo de asumir por primera vez el Poder Ejecutivo de una forma de gobierno Republicana que se mantendrá hasta la actualidad solamente interrumpida de 1864 a 1867 por el Segundo Imperio con Maximiliano de Habsburgo en el poder y un Presidente en el exilio.
Sin embargo fue justamente en el siglo XIX cuando nuestro país se vio envuelto en una serie de acontecimientos donde encontramos que de 1823 a 1857 hubo casi 50 Presidentes entre renuncias, cuartelazos o golpes de Estado, solamente en la figura de Santa Anna se cuentan 11 veces que tomó la primera magistratura en el período de 1833 y 1855, años de inestabilidad que se vieron reflejados en la dolorosa pérdida de más de la mitad de nuestro territorio a manos de nuestros vecinos norteamericanos, donde “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Por esa razón posterior al Plan de Ayutla (1854 Juan Álvarez e Ignacio Comonfort) que por fin eliminó la figura de Santa Anna de las páginas nacionales, pactaron por la estructura y formulación de una Constitución que plasmara y actualizara nuestros visos de nación, así surgió la Constitución de 1857, donde en su artículo 78 establecía la duración de ese mandato por espacio de 4 años, y donde se indica que no podría ser reelecto sino al cuarto año de haber cesado en sus funciones, con lo que daba la opción a períodos mediatos.
Parecería que todo podría marchar bien ante una Constitución avalada y dictaminada ya en una posición de mayor dominio y conocimiento a 36 años de su nacimiento como nación, pero el transcurrir de los hechos nos demuestran otra cosa, es posterior a ello cuando se dan en nuestra Historia los casos más sonados de luchas por el poder blandiendo la bandera de la No Reelección.
A los meses de jurar la Constitución, el Presidente Comonfort admite un autogolpe de Estado desconociendo la Carta Magna y un nuevo Plan, el de Tacubaya, genera la renuncia de Comonfort, la llegada al poder de Félix Zuloaga así como la aparición de Benito Juárez que como Presidente de la Suprema Corte de Justicia le correspondía la Presidencia de acuerdo al artículo 79 de la Constitución de 1857.
Este poder que recibe constitucionalmente Benito Juárez, no lo dejará sino hasta 1872 ( 15 años en el poder), y no lo entregará por decisión o por transferencia del mismo, sino porque la muerte natural lo alcanza en el momento que ya un paisano de él, que había sido uno de sus generales más importantes para allegarse de la victoria ante el ejército del Imperio, me refiero a Porfirio Díaz se había levantado en armas con su Plan de La Noria (1871) con un contenido claro de rechazo a la reelección indefinida, forzosa y violenta; la postura de Díaz se apagó con el deceso del Benemérito y el ascenso a la Presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada, pero vuelve a las andadas ante la postura de Lerdo de quererse reelegir por las condiciones imperantes en ese momento según argumentaba él, ahora regresa Díaz con su Plan de Tuxtepec (1877) y por medio del mismo posterior a una victoria bélica ocupa la silla presidencial, que igualmente no soltará hasta 1911 bajo la presión de otro Plan, este ya en el siglo XX llamado el Plan de San Luis y que en su estructura básica contiene el mismo espíritu anti reeleccionista que los Planes de La Noria y de Tuxtepec con los que Díaz llega al poder, claro que Porfirio prestó momentáneamente el puesto a su compadre Manuel González por 4 años (1880/1884) pero lo retoma y no lo soltará hasta su salida del país, y que con la posterior Constitución de 1917 con un claro espíritu revolucionario la reelección sería cosa del pasado. Pero…
Años después en 1927, Plutarco Elías Calles reforma el artículo 83 de la Constitución donde se permite un segundo mandato para un Presidente de la República, con lo que Álvaro Obregón tiene el camino libre para postularse y ganar las elecciones en 1928, solo que al igual que Juárez la muerte le impide perpetuarse en el poder, pero a diferencia esta llega en forma cruenta por las balas disparadas por José de León Toral un 17 de julio de 1928 en un festejo que se le ofrecía en el restaurante La Bombilla.
Finalmente el 29 de abril de 1933 quedó establecido en nuestra Constitución la No Reelección que caracteriza la estabilidad de nuestro sistema de gobierno.