Las íntimas anécdotas de la Chilindrina en la primera parte de su libro

“Es verdad que mi lucha ha sido ardua, pero no me quejo,    Dios sabe que ha valido la pena”, confiesa la actriz en esta primera parte de su autobiografía.

El primer capítulo del libro de María Antonieta de las Nieves, mejor conocida como la “Chilindrina” por su papel en el programa “El Chavo del 8”, fue revelado completo hoy por Prodigy, y en éste se asoman los detalles de la familia de la actriz, así como sus primeras incursiones en el medio artístico al lado de Carmen Montejo y Enrique Alonso “Cachirulo”.

“Nena”, como le dicen sus familiares, cuenta en “Esta es mi historia. Había una vez una niña en una vecindad” que sus padres y sus hermanos eran comerciantes y tenían dos pequeñas tiendas en las que vendían ropa de maternidad, en La Lagunilla.

Parte de su infancia vivió en la pequeña fábrica que su familia tenía para confeccionar la ropa, y narra que en ocasiones la hacía de vendedora e imitaba lo que hacían las empleadas y sus hermanos, con frases como “Pásele marchantita! ¡Aquí le vendemos bueno, bonito y barato!”.

Recuerda que desde niña fue muy platicadora y si recibió regaños y nalgadas fue precisamente por  eso. Aunque ella nació en la Ciudad de México, sus papas y sus hermanos mayores son originarios de Nayarit.

Fue la última de siete hijos, aunque dice que su madre pasó por 14 embarazos, y ella nació cuando ésta tenía ya más de 40 años.

A “Papá Tanis”, como llama a su padre, lo describe como un “morenazo muy guapo”, de ojos grandes y mirada profunda y un hombre muy mal hablado, algo qur le causaba mucha gracia. “Mamá Pilla”, su madre, dice que le tocaba hacerla de la mala de la película, porque le tocaba castigarla a ella y a sus hermanos cuando se portaban mal. Sin embargo, es a ésta última a quien le debe su carrera como actriz.

Confiesa que de niña soñaba con ser bailarina de ballet y que su madre quiso realizar en ella todos sus sueños artísticos. frustados. “Supongo que en ese momento mi mamá pensó que era una buena excusa para, a través de mí, realizar todos los sueños artísticos que tuvo en su juventud”. Su madre y sus tías actuaron de forma amateur en algunas obras. A sus escasos seis años, fue su madre quien la inscribió en clases de baile y actuación en la Academia de Andrés Soler en la ANDA (Asociación Nacional de Actores).

“Debo reconocer que realmente al principio sí tuve suerte para acceder al medio artístico, pero una vez ya dentro, la suerte me la busqué yo”, confiesa María Antonieta.

En este primera capítulo destaca que, a pesar de trabajar como actriz desde muy pequeña, conseguir oportunidades en el medio sigue siendo difícil. “Tan es cierto lo que les cuento, que ahora, cuando estoy escribiendo los pasajes de mi vida llevo cincuenta y siete años de carrera continua e incluso así sigo luchando día tras día para tener trabajo (…)”.

Las íntimas y divertidas anécdotas caracterizan esta primera parte, que dejan ver toda la infancia de la famosa de manera muy cercana.

Cuenta que con su primer sueldo como actriz, que en ese entonces fueron 32 pesos, su madre la llevó a la Basílica a ofrecerlo a la Virgen de Guadalupe, pues esta última era una gran devota.

Relata también que, en ocasiones, al actuar en producciones, no le pagaban, y que incluso en producciones como las de Chespirito tenía que terminar poniendo de su bolsa.

Los pormenores y las alegrías de sus inicios en el medio artístico predominan en este texto, en el que el tono positivo de la hija de “Don Ramón” destaca: “Acá entre nos les digo que la merca verdad es que a veces me desaliento, porque por más esfuerzo que hago, hasta la fecha todavía me falta mucho por escalar hasta la cima, pero la terca de su amiga no va a claudicar, se los aseguro”, escribió.

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