Como una de las fiestas de proteína y alimento pero no todo es sano en la ingesta
La leche de cada especie está diseñada para que satisfaga las necesidades de sus propias crías. El ser humano, niño o adulto, es capaz de consumir también leche de otras especies de mamíferos, bastante diferentes en su composición a la suya propia. Ello le proporciona abundantes nutrientes, aunque también trae consigo inconvenientes.
Leche humana. Curiosamente, la leche que la naturaleza ha provisto para la especie humana es la más pobre en proteínas y calcio de todas las leches.
Sin embargo, es la más rica en ácidos grasos monoinsaturados (como el oleico) y poliinsaturados (como el linolenico), semejantes a los que se encuentran en los frutos secos y semillas. Estos ácidos grasos son necesarios para el desarrollo del cerebro humano.
La leche de vaca contiene lo triple de proteínas y de calcio que la leche humana, aunque menos grasas e hidratos de carbono.
Sus glóbulos o gotitas de grasa son muy grandes, y tienden a flotar formando nata. Esto hace que la digestión de la leche de vaca en su estado natural sea algo más lenta que la de otros mamíferos. La homogenización evita este inconveniente.
Aunque en conjunto la leche de cabra solo supone el 3% de toda la leche que consumen los humanos, en algunos países de Asia es mayor su consumo que la de vaca.
La leche de cabra es más blanca que la de vaca, debido a que la de cabra convierte todos los carotenoides en vitamina A. La leche de vaca al contener carotenoides, presenta un color amarillento.
Leche de burra. Esta leche se asemeja más a la leche humana que la de vaca, debido a su contenido proteínico. En algunas regiones de Asia se da a los enfermos con menor capacidad digestiva y en Rusia se usa para la elaboración de Kumis.
Leche de búfala. A pesar de su sabor ligeramente amargo, es muy apreciada en los países de Asia Central. Destaca por su riqueza en grasa (casi 7%) y en minerales, superiores la leche de vaca.