Los coras, una cultura multinaciente en El Nayar PARTE II

La semana anterior les platicaba de mi encuentro casual con el investigador tepiqueño Francisco Samaniega, quien a través del INAH, tiene una misión de trabajo de estudios socio- antropológicos en La Mesa del Nayar,

Durante nuestra charla, consideramos que la cultura de los coras es multinaciente, debido a que su mundo cósmico nunca está quieto. Ellos renacen en cada fenómeno natural y en cada circunstancia de conciencia y de vida.

Publicidad

Los coras son una reserva guerrera y vigilante de nuestro Nayarit. En sus relatos hablados y vividos mezclan la realidad terrena con el sueño de dioses, semidioses y seres extraordinarios, mutantes, renacientes y flotantes.

Para continuar con una de las historias de los coras que iniciamos en la primera parte de esta crónica, debo decir que “allá arriba” había nacido una criatura cora a la cual le habían asesinado a su padre, de manos de otro señor que echó al recién nacido al río. Al niño lo salvó una garza, La garza lo entrenó para que el niño viera hacia todos lados, y le dio elementos para que fuera a buscar a su madre y decirle que estaba vivo.

También la garza dotó al niño para que se enfrentara a la víbora de cinco cabezas, temida por todo el mundo virtual cora. “Y fue a buscarla, y halló a la población amarrada alrededor de la laguna, (alrededor del mundo), y el niño se sentó bajo un zapote a esperar a la víbora. De ahí salió la víbora poco a poco, sacó su arco y su flecha, le apuntó muy bien y la mató: la víbora cayó al agua, y el jatzican fue a verla tirada en el agua, le quitó la flecha, y desató a los que estaban amarrados y regresó para con la garza y le platicó todo lo que pasó y le dijo, -ahora sí voy a ver qué ha pasado con mi mamá-“

Continúa el apasionante relato

El niño fue a buscar al asesino de su padre, a ese mismo que arrojó al río al recién nacido y lo encontró escondido en forma de mujer, y jugó con él antes de darle muerte: “El sejco se quedó muy serio. Y jatzican le dijo que ahora le tocaba a él aventarse al cazo; el sejco no quería pero el jatzican lo aventó y el sejco se coció. Lo empezó a menear en el cazo y de un camino cercano salió el marido del sejco, y el jatzican se hizo para un lado; el marido tenía mucha hambre, se sirvió carne de su mujer sin darse cuenta y se la comió; mientras comía estaba al lado de él un cuervo canturreando y le dijo-, ¿cómo te sabe la carnita de tu mujer?-, y así se dió cuenta que se estaba comiendo a su mujer”.

El asesino de su padre tenía un osario. El niño se propuso encontrar a su padre: “Y empezó a buscar los huesos de su papá, los encontró, los apartó y reconstruyó su cuerpo, lo sopló y éste cobró vida, y así conoció a su papá y los demás huesos los tiró afuera y todos cobraron vida en forma de estrellas y son las que vemos diariamente en el cielo”.

El jatzican empezó a andar con su papá; por eso hay dos estrellas: una sale por las tardes, esa es el papá, y otra sale por la mañana, esa es el jatzican, que es el más poderoso porque trae los mu’uveri.

Después buscó a su mamá, sacó su tunama y sus cinco flechas y tiró una para el poniente, otra para el oriente, otra para el norte, otra para el sur y en ese momento las flechas tenían que regresar, y si alguna no regresaba era señal de que ahí se encontraba su madre; y la flecha que no regresó fue la que mandó hacia el sur tájtuke’e, y fué directamente a buscar su flecha y a su mamá, la encontró, la saludó y le dijo: ´-¡mamá!-

Y la madre le respondió, -yo no tengo hijos-. Sí, cómo no, respondió el jatzican, -¿no te acuerdas que un día el sejco sacó uno de tu panza?-. Y la mamá respondió, -Sí, ¿tú eres?-.

Sí, yo soy. -¿Eres mi hijo?-. Sí, respondió el niño.

Y desde entonces lo quiso mucho, la mamá era una paloma y le enseñó todo lo que tenía: un hijo que era víbora, otro que era el venado, otra hija que era la urraca. Pero jatzican no quiso que la víbora fuera su hermana y le dió un flechazo y la mató y de ese modo vivió tranquilo con su mamá”.

Otra historia renaciente (Resumida)

El padre creó la luz del sol ante la demanda de los coras del mundo virtual. No fue tarea fácil porque lo hacía mediante adivinanzas que nadie le atinaba. El conejo se sabía la respuesta pero no debía decirla y cuando dijo que la respuesta era “El Sol”, lo agarraron a golpes y una señora le pegó en el hocico, y por eso los conejos tienen el labio partido. Y luego:

“Ya cuando salió el sol les dijo jatzican que ya estaba su deseo cumplido, que regresaría con su padre. Cuando llegó con su padre le informó que ya había cumplido la orden, y su padre le contestó que ya era todo, que ya no hacía falta nada importante allá abajo.

Ayepu’u tiuséjire tuj pua’ameca tiutéjtua ut tayau (así dejó nuestro padre las cosas que vemos en este mundo).

Aye’e pepujmué watajstura (aquí te quedas tú para siempre), fueron las palabras que le dijo el kuajrabe a jatzican después de terminar los trabajos de las solicitudes de los tejcuates.

Pojk inenaura aku tajeté (yo me voy a la tierra). Niyáuj muajamua (con mis hijos tejcuates). A’anuwajamuá je’eseire na’ame (yo voy a estar para siempre con ellos). Él les va a mandar lo que tienen qué hacer. Matajute jau baujsi metiuxapuaij (van a venir a regar y a cuidar lo que ya existe en la tierra, porque las nubes son tejcuates y ellos riegan todo con la lluvia).

Porque uniyaujmua auné jauté turasi ca’amú rujumua tiítu jamua jaruure (donde se va a quedar con ellos no saben nada).

Muen xuti uaxapuaire (solamente van a vivir por ellos). La gente del mundo.

Éstas palabras son las que dijo a jatzican el kuajrabe, me voy a la tierra con mis hijos los tejcuates, yo voy  a estar siempre con ellos y les voy a mandar lo que tienen qué hacer; van a venir a regar y cuidar lo que existe en la tierra porque las nubes son tejcuates y riegan todo con la lluvia; porque ellos no pueden  hacer nada sólos. Yo me voy a quedar en wawata  (poniente), con tu madre ja’abe ()

Bajó el tayau a wawata y allí vivió un tiempo Vio lo que seguía haciendo falta y empezó a pensar qué hacía falta para que los hijos sobrevivieran. (Ramuareri)

Se sacó una costilla del lado derecho y de ahí nacieron los humanos”.

Hay mucho más historias. Cada instante nace una nueva. Cada cora vive a su modo, con reglas generales pero naturales. Esa es su grandeza: que no dependen de un mandamiento único ni forzoso. Son tan libres como el aire que toma sus  alegres rumbos por entre las montañas de la sierra nayarita.

Publicidad