Luis E. Miramontes Cárdenas cumpliría 92 años el 16 de marzo. Se nos olvidó celebrarlo

El ingeniero químico Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, es sin duda el personaje  más destacado  del primer centenario en la historia de Nayarit.

Nació el 16 de marzo de 1925 en Tepic, Nayarit, aunque algunas biografías lo ubican como nacido el 22 de marzo, pues su tía abuela, que lo había registrado, no se acordaba la fecha exacta. Hasta que el joven estudiante entró a la etapa escolar, encontró que la fecha correcta era el 16 de marzo del año ya mencionado, por lo tanto de seguir con vida hubiera cumplido 92 años de edad.

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Murió en la ciudad de México en septiembre del 2004, a la edad de 74 años.

Por qué es tan importante saber de Miramontes

La página del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, CONACYT, lo explica de este modo:

“Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, ingeniero químico de origen nayarita, sintetizó en un pequeño laboratorio de la Ciudad de México, la hormona que sirvió de base para crear la primera píldora anticonceptiva. Luis Miramontes era un estudiante de 26 años cuando hizo el descubrimiento para la empresa Syntex y ese episodio le valdría para ser el único mexicano en aparecer en el USA Inventors Hall of Fame, al lado de Louis Pasteur, Thomas Alva Edison, Alexander Graham Bell, entre otros científicos famosos”.

El científico tepicense aclaraba con humildad: “Yo no soy el inventor de la píldora anticonceptiva, el inventor fue el doctor Gregory Pincus, a quien conocí y me distinguió con su amistad; yo soy el descubridor del compuesto químico que originó la mencionada píldora. Algunos dicen que somos los padres de la píldora, no los inventores”.

La noretisterona, que fue el compuesto sintetizado por Miramontes Cárdenas el 15 de octubre de 1951, es hasta hoy uno de los ingredientes activos de los anticonceptivos orales tomados por millones de mujeres en el mundo. En 2006 fue enlistada por la revista brasileña Galileu como una de las diez sustancias químicas más importantes y revolucionarias en la historia del hombre.

En voz de Octavio, su hijo

Luis Miramontes fue “un inventor genial”, afirmó su hijo Octavio Miramontes Vidal, investigador en el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien en entrevista conversó sobre la obra de su padre, sobre su pasión por la fotografía, la cocina y su amor profundo por las mujeres, de quienes estuvo rodeado desde su infancia y para quienes “creó el mayor invento que cambiaría para siempre el rumbo de su historia”.

Luis Miramontes nació el 16 de marzo de 1925, en un Nayarit convulso y posrevolucionario “donde cualquiera cargaba una pistola y todo se arreglaba a tiros. Las mujeres no la tenían fácil”, comentó Octavio Miramontes. “Mi padre fue hijo de una persona que era importante en la vida política de Nayarit en esa época, pero que no lo reconoció como su hijo. Entonces eso lo marcó mucho durante toda su vida”, expresó.

De esta forma, Luis Miramontes fue “cobijado” y estuvo siempre rodeado por las mujeres de su familia, por su madre Esther Cárdenas y por sus tías. Una de las tías tuvo un papel destacado en la Revolución Mexicana, María Dolores Cárdenas Aréchiga, quien fue una comandante en las tropas de Francisco Villa y lideraba en el norte del país.

Cuando llega a estudiar a la Ciudad de México

En 1943 Luis Miramontes llega a la Ciudad de México, después de ganar una beca para ingresar a la Escuela Nacional Preparatoria, ubicada en San Ildefonso. “Tuvo como compañeros a grandes creadores de aquella época, como el director de orquesta Francisco Savín; eran muy amigos, hay fotos de ellos caminando muy elegantes por la calle”, comentó Octavio Miramontes.

De 1945 a 1949, hizo los estudios de Ingeniería Química en la Escuela Nacional de Ciencias Químicas de la UNAM, en su sede en Tacuba. Para 1950 ya trabajaba en los Laboratorios Syntex S.A., laboratorio fundado y dirigido por un grupo de científicos extranjeros (George Rosenkranz, Emeric Somlo y Federico Lehmann) que entonces intentaban obtener una fuente de materia prima para la fabricación de hormonas a gran escala. Se sabía que la planta del barbasco tenía un precursor hormonal.

Fue el 15 de octubre de 1951 cuando el joven universitario, que realizaba su trabajo de tesis en el laboratorio de Syntex, llevó a cabo una hazaña que venía persiguiendo desde hace tiempo, junto con el director de su tesis, Carl Djerassi: sintetizar el primer anticonceptivo oral femenino, basado en esteroides.

El trabajo más trascendente de Miramontes Cárdenas dentro de Syntex fue justamente el que lo condujo a obtener la noretisterona, también conocida como noretindrona, la hormona progestacional de administración oral más activa entre todos los esteroides conocidos entonces. El 22 de noviembre de ese mismo año solicitaron la patente y, en marzo del año siguiente, apareció reportado el hallazgo en un artículo del Journal of the American Chemical Society.

Recuerdos por escrito

“Presenciar y constatar la influencia determinante que ha tenido el descubrimiento del primer antiovulatorio activo por vía oral, para romper las viejas barreras ideológicas y transformar valores humanos en el ámbito mundial, constituye tal vez la mayor satisfacción y honor que he recibido en mi carrera como investigador; sin embargo, en muchos países, por desgracia, las cosas no han cambiado”, escribió en 2001 Luis Miramontes, en el artículo publicado en la Revista de la Sociedad Química de México.

Este “trabajo resultó importante”, como él mismo lo afirmó en el escrito. La síntesis del primer componente de la píldora, le valió a Luis Miramontes una multitud de reconocimientos, entre ellos, haber sido incluido como el único mexicano en el USA Inventors Hall of Fame.

Más adelante, en una encuesta realizada por el Engineering and Technology Board (ETB), que reúne a todo el sector de las ingenierías en Reino Unido, la píldora anticonceptiva fue ubicada en el lugar número veinte de los inventos más importantes jamás ideados por la humanidad. Es la única aportación en toda la historia de la ciencia mexicana que ha recibido un reconocimiento similar, aseguró Octavio Miramontes.

Los señalamientos inexplicables del clero

Según su hijo, Luis Miramontes fue estigmatizado en su momento: “Mi mamá nos platica que en aquella época vivían en Atizapán y ahí cerca hay una población muy importante que se llama Tlalnepantla; en aquella época el párroco de ese lugar, cuando se enteró de que mi madre era la esposa del inventor, la amenazó con una excomunión”.

Fue en los años 80 cuando se le reconoció con el Premio Nacional de Química. En el 2001 la Secretaría de Salud y la UNAM hicieron conmemoraciones, “pero de nuevo muy puntuales, nada que haya aparecido en la prensa o la televisión”, comentó.

En 2004, “cuando muere mi padre, la familia llamó a un periódico de circulación nacional, les dijimos que había muerto Luis Miramontes y ellos nos contestaron que si queríamos hacer el obituario costaba tanto; entonces no estaban dispuestos a divulgar que una persona desconocida había muerto, no les interesaba, no sabían quién era”, recordó.

A diez dólares uno de los 20 descubrimientos más importantes de la humanidad

Pero Luis Miramontes pertenecía a “otra generación, él tenía una visión romántica de la ciencia y decía que lo importante era su contribución a la humanidad. Nunca quiso ser reconocido por ello, ni tampoco ganó un centavo por su invento, sólo los 10 dólares que le dieron cuando hizo el descubrimiento. En una ocasión, después de varios años, recibió una invitación de una firma de abogados de Estados Unidos diciéndole que había mucha gente haciéndose millonaria con el invento y que él podía perfectamente pelearlo. Nos mostró esa carta, pero enfrente de nosotros la rompió, porque no estaba interesado en ganar un centavo”.

Octavio Miramontes aseguró que tuvo una relación muy cercana con su padre, igual que la tuvieron sus nueve hermanos. “Luis Miramontes tenía diversas pasiones, le gustaba cocinar, la fotografía, la pesca, la agricultura, el campo, incluso una vez quiso producir vino. Pero lo más importante es que estaba feliz de ver el camino que las mujeres habían tomado. Ver a sus cuatro hijas ser profesionistas. Mi padre estaba contento de verlas graduadas de la universidad, que tenían la oportunidad de poder elegir”, dijo.

“La fotografía fue su pasión y la practicó siempre. En nuestra casa teníamos un laboratorio y ahí hacía el revelado de sus fotos. Hubo un tiempo, antes de la píldora, que junto con su gran amigo Esteban Volkov, el nieto de Trotsky, se ganaban la vida haciendo fotografías. Muchas fotos de aquel tiempo de Syntex y de la UNAM fueron tomadas por mi padre. Para él era un proceso fascinante el de la fotografía”: Octavio Miramontes.

CON REDACCIÓN DE LA EDITORA DE CONACYT: SUSANA PAZ, en su artículo “El mexicano que detonó la revolución sexual” publicado el 5 de febrero de 2015 en la revista del CONACYT

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