NAPOLEÒN

Por Daniel Aceves Rodríguez

“Tres islas son significativas para este personaje, la isla de Córcega donde nació, la isla de Santa Elba que fue su primer exilio y la de Santa Elena destino de su final destierro  y a la postre lugar de su muerte” Hoy sus restos descansan en París.

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De Napoleón Bonaparte podemos hablar páginas y páginas con diferentes facetas, hazañas gloriosas, decisiones erróneas, genialidades militares, ambiciones humanas, pero en esta ocasión hablaremos de la derrota más significativa de su vida que marcó la caída de este personaje icónico que marca un antes y un después entre la historia moderna y la contemporánea.

Se conoce por epónimo a una persona, lugar o acontecimiento cuyo nombre es utilizado para designar a un concepto, pueblo u objeto de cualquier clase, habitualmente aplicado en una forma de homenaje a una persona como en el caso del Continente Americano en honor al explorador Américo Vespucio, o el mes de agosto en honor del emperador César Augusto, pero también para designar la acción, efecto o conclusión de algo, así podríamos mencionar una acción «maquiavélica» si se refiere a una acción oculta, premeditada con la intención de engaño, si nos referimos a algo «dantesco» es porque tiene signos de tragedia que raya en la condenación, o en este caso el término Waterloo que nos remite a un vocablo que expresa una derrota final de cualquier persona que idiomáticamente se dice «su Waterloo».

Y es precisamente de esta palabra que proviene de uno de los enfrentamientos bélicos más destacados de la historia mundial porque tras el mismo se le puso fin al Imperio de Napoleón Bonaparte y generó el exilio definitivo de este personaje que llegó a ser de 1804 a 1814 la figura más egregia del mundo llegando a conquistar casi toda Europa y poniendo en vilo a todas las potencias y ejércitos que veían como el «pequeño cabo» de la Isla de Córcega avanzaba airoso con sus tropas por las campiñas del viejo continente al fragor de la batalla y el sonar de los fusiles.

Este 18 de junio se cumplió un año más de esa célebre confrontación acaecida en 1815 y que marcó el parte aguas de una meteórica historia de un personaje dotado de una capacidad táctica poco usual, un gusto elevado por las ciencias exactas y un sentido mayor por la historia antigua en particular de pensadores como Plutarco o juristas de prosapia, pero igualmente prodigado de un osado sentido de ambición y deseo de poder que pudo en poco tiempo llevarlo a ostentar el título de Emperador y elevarse en el sueño de ser poseedor de toda Europa.

Entre los años de 1804 y 1814 este joven corzo llego a ostentar un imperio de vastas extensiones, que generaba en un principio prosperidad para sus súbditos, su expansión iba incluyendo regiones que eran gobernadas en su mayoría por familiares del emperador, tal es el caso de España donde dejó como gobernante a su hermano José conocido como «Pepe botellas», conforme fue avanzando su reinado, las ansias de poder, de gloria y ambición hacía que también se incrementaran las necesidades de dinero y de hombres que engrosaran las filas de los ejércitos napoleónicos, situación que derivó en inconformidades internas y en la actitud más beligerante de las potencias como Rusia o Inglaterra que veían en Napoleón un enemigo acérrimo que representaba un riesgo inminente para su seguridad de Nación.

Las derrotas acaecida en Rusia donde el «General Invierno» y la actitud destructiva del rival fue un pedagogo fiel hacia la estrategia planteada por Bonaparte y un revés al ego del gran Conquistador lo mismo en Alemania en 1813 y la invasión que sufrió Francia en 1814 mermaron sus fuerzas ante un polvorín interno que lo hicieron claudicar en abril de 1814; esta derrota lo mandó a su primer exilio en la Isla de Elba, que bien pudo haber significado el punto final de su carrera, pero aún las ansias de gloria de este personaje no se extinguían, al contrario, ahí en aquella Isla rodeado por 600 guardias imperiales, Napoleón rumiaba las ideas de regresar máxime siendo receptor de todas las noticias que llegaban desde Francia donde se expresaba el descontento por las políticas de la nueva monarquía borbónica restaurada en la figura de Luis XVIII a quien la corona le había quedado muy grande a comparación de las sienes del otrora gran conquistador y de la cual el pueblo no olvidaba y le reconocía su valor.

Así, en febrero de 1815 Napoleón escapa de su exilio en lo que se ha conocido como «El vuelo del águila» que desembarcando en el primer puerto de Francia fue reclutando hombres en su camino a París, importante fue la participación del Mariscal Ney que le juro lealtad uniéndole seis mil hombres más, esto hizo que Luis XVIII ante el inminente apoyo del pueblo a su ex monarca huyera del país, dejándole el campo libre de nuevo al Emperador Napoleón I que estableció su gobierno en el Palacio de Las Tullerías.

Claro está que el simple hecho de que napoleón regresara a su trono generó en las potencias vecinas una inquietud y temor inmensos por lo cual sin el menor signo de provocación El Congreso de Viena califica por unanimidad a Napoleón como proscrito y sus integrantes Rusia, Inglaterra, Austria y Prusia se juramentan para hacer una alianza y atacar Francia y acabar así con la posible amenaza que la sola presencia de Napoleón les generaba.

La suerte estaba echada. las potencias no dejarían viva la llama del peligro que representaba la presencia de nuevo del Emperador del cual sabían bullía en sus venas la idea de conquista y de ambición; así sabedor de lo que se fraguaba y no obstante de contar con un mermado ejército poco avezado en las lides bélicas con una minoría ante sus rivales, confiando en su genio militar, decidió antes de cualquier cosa asestar un golpe rápido contra una parte del enemigo que tenía más a la mano, pensando que un golpe rápido y efectivo que descontrolara a su rival y lo forzara a firmar la paz, por eso decide atacar Bélgica, donde la batalla decisiva se realiza en un lugar llamado Waterloo; el desenlace ya es conocido por todos, la estrella de Napoleón con su diezmado ejército se extingue ante la cruel derrota propinada por las numerosas huestes de los Países Bajos, y los ejércitos británicos, alemanes y prusianos.

En menos de cien días se daba el ocaso de Napoleón con su segunda abdicación y su destierro definitivo a otra Isla, dominada por los británicos la Isla de Santa Elena, lugar donde pasaría sus últimos años y le llegaría la muerte un 5 de mayo de 1821, tres Islas marcaron la vida de este personaje: Córcega donde nació, Elba su primer destierro, Santa Elena su exilio final, pero Waterloo marcó el fin de su gloria, la gloria napoleónica.

Pasaje elocuente es su coronación el 2 de diciembre de 1804 en Notre Dame donde el solo se corona ante la perplejidad del Sumo Pontífice, pero esa será otra historia…

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