Caldero Político
Por esa razón, a la hora de planificar y ejecutar una campaña electoral los aspirantes a algún cargo de elección popular recurren a esas actividades con el propósito de obtener la mayor garantía de una tarea bien organizada, condición necesaria para lograr los objetivos planteados: el triunfo en las urnas.
Diseñar y aplicar estas acciones con el fin de alcanzar los objetivos de promoción y proyección ante el electorado es complicado, de ahí que muchos estrategas antes de ver el camino de la inteligencia y de la competencia lograda mediante mensajes constructivos, recurren a la difamación, al golpe bajo, a la descalificación y a las ofensas dirigidas a los adversarios, todo ello para alcanzar sus fines. Alguien dijo que el fin justifica los medios y por esa senda caminan los que auguran sus derrotas.
Es común entonces que los especialistas en la guerra sucia divulguen material audiovisual, informaciones o imágenes que pretenden proyectar el lado negativo de sus oponentes, sin pensar que a la ciudadanía no le gusta ver pelear a los políticos ni ser testigos de enfrentamientos estériles. Ahora la gente quiere propuestas, ideas, iniciativas para así decidir sus votos, y rechaza enfrentamientos violentos sea cual sea su origen.
Aunque lo ideal es el intercambio inteligente de ideas, el diálogo, la tolerancia, las propuestas y los razonamientos de cada quien, con sus respectivas estrategias dentro del mercado electoral, no cabe duda que a cada segmento de competencia le atañe el diseño de una propuesta política con su correspondiente táctica de comunicación, desde los discursos políticos hasta la publicidad, sin descartar las formas más sucias de desprestigiar a sus rivales.
El diagnostico estratégico no siempre es el adecuado.
Vemos ahora, cuando falta muy poco para las elecciones de junio de este año, cómo en las redes sociales se da el anticipo de lo que podrían ser las campañas electorales. Frases y dichos, comentarios cargados de crítica insana, virulentas difamaciones y bien orquestadas campañas donde los avatares o los perfiles falsos se enseñorean. Nada de propuestas, cero ideas, ni el asomo de definiciones ideológicas partidistas o personales. Todos se cuidan de dar el paso adelante, todos están en espera, nadie da la cara al público, mientras otros aprovechan esas lagunas de participación política para lanzar metralla de rumores y mentiras, esperando que alguien las tome en cuenta o las crea.
Igualmente, los asesores electorales esculcan las debilidades y fortalezas de los aspirantes y escrudiñan su forma de ser y de vivir, para preparar el terreno al encontrar lo que desean hallar y así dañar el frente contrario.
Esos profesionales no indagan la capacidad intelectual de sus contendientes ni su trayectoria profesional o académica, más bien investigan algún paso en falso en su pasado o errores cometidos para de ahí hacer escarnio y vaciar odios sin escrúpulos.
Creen los hábiles manipuladores de la mercadotecnia que esa es la forma de averiguar de qué pie cojean sus antagonistas políticos pero se olvidan que el gran electorado lo que quiere son propuestas inteligentes, ideas, iniciativas, proyectos que sirvan para consolidar el desarrollo local. Esa debe ser la tarea y no generar campañas de lodo y de diatribas.
Tolerancia, diálogo, participación, inteligencia, propuestas y proyectos, eso es lo que quieren los electores y no guerra sucia, diatribas, difamaciones o insultos, que quede claro. A pueblo no le gusta que los políticos peleen.
VEREMOS Y DIREMOS