PROSA, la diferencia entre comer y no

Simples Deducciones

En nuestro hogar con aire acondicionado, en el vehículo, cine, restaurante o demás lugares cómodos y cotidianos para muchos, se nos olvida que hay familias enteras que a diario batallan para poder comer; si, al igual que en todo el país en nuestro estado hay pobreza, pobreza alimentaria, no tenemos que ir a la sierra para comprobarlo, basta con acudir a zonas rurales de la capital nayarita o a colonias marginadas para verificarlo.

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En una sociedad utópica lo correcto es que hubiera empleos de calidad para todas las personas y que así pudieran llevar una vida plena satisfaciendo todas sus necesidades básicas, pero hay que ser realistas, ningún gobierno, del partido político que sea, lo ha logrado ni lo logrará en largo tiempo, por lo cual, si bien es indispensable que se ejecuten políticas públicas encaminadas a la reducción de la pobreza a través de estrategias multidisciplinarias, es necesario la aplicación de medidas palpables, que solucionen o minimicen el problema a corto plazo.

Tal es el caso del Programa de Seguro Alimentario (PROSA), el cual fue creado por el Gobernador Roberto Sandoval y consiste en que todos los funcionarios y trabajadores del Gobierno del estado vayan a entregar cada mes —personalmente y en la casa de los beneficiarios— una despensa a familias de escasos recursos (previo estudio socioeconómico) con un valor de aproximadamente 500 pesos, lo que sin duda ha sido clave para que en los últimos 3 años, en la entidad, hayan disminuido los índices de pobreza extrema, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).

Son 50 mil las familias nayaritas que reciben actualmente Prosa, las personas seleccionan qué productos quieren recibir mes con mes; arroz, frijol, papel higiénico, aceite, cereal, café, sopas, entre otros, en total son 21. Los beneficiarios cuentan con 300 puntos para surtir su despensa, y cada producto tiene un valor predeterminado, el cual es el más bajo del mercado, por ejemplo un kilo de azúcar cuesta 10 puntos, el de aceite 15, etc.

El rico le da al pobre

Un tema con el que concuerdo pero que es cuestionado por muchos es que el que tiene más puede y debe compartir un poco con el que tiene menos (no estoy seguro si los trabajadores de gobierno piensan igual). Prosa funciona de recursos cien por ciento del estado, para ser exactos sale del sueldo de los trabajadores de nomina y confianza del gobierno estatal. Entre más ganan más te quitan para el programa alimentario.

Los trabajadores van a las colonias o comunidades de cualquiera de los 20 municipios que les tocó, hacen el pedido del mes de sus 50, 100 o más familias, van a los almacenes que antes manejaba SEDESOL y ahora DIF Estatal, recogen los productos y posteriormente van y los llevan a los beneficiarios — todo esto en sus ratos libres claro, porque aunque tengan Prosa deben cumplir con su trabajo— pero al inicio del programa no todos lo hacían con el entusiasmo o ganas que deberían, muchos sólo cumplían con su trabajo y ya. No obstante la mayoría se ha encontrado con casos sumamente especiales que les han hecho ver la importancia de entregar PROSA.

Y es que los principales beneficiarios son personas de la tercera edad que muchas veces viven solas en condiciones poco alentadoras, madres solteras que no tienen ingresos económicos estables y que deben sacar adelante a sus hijos y personas en general que están en una condición vulnerable y que hace a los trabajadores de gobierno sentirse afortunados e incluso darse cuenta que muchas de sus preocupaciones son banales, en comparación con quienes se preocupan por no tener qué comer.

Sin duda Prosa no es suficiente para erradicar la pobreza o el hambre que miles de familias tienen, pero hace la diferencia entre comer productos de calidad o simplemente no comer, si no me creen pregúntenselo a algún beneficiario de dicho programa. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com

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