Referéndum para Trump

Véritas Liberabit Vos

De una forma muy diferente a como se maneja el proceso electoral en México, nuestros vecinos del Norte realizaron la semana pasada lo que es conocido como las elecciones intermedias, donde se renueva la totalidad de miembros de la Cámara de Representantes ( lo que conocemos aquí como diputados) y un tercio del Senado; un ejercicio electoral muy significativo que perfila el ambiente y la posible intención del voto de cara a una posible reelección en una Entidad cuya Constitución permite la permanencia de un Presidente por otros cuatro años más.

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Tal vez después de la Segunda Guerra Mundial unas elecciones intermedias no habían generado tanta expectación como las de este pasado martes 6 de noviembre tanto hacia el exterior como hacia dentro de los propios Estados Unidos, que vio llegar hace dos años a un polémico y autoritario representante de la Casa Blanca que ha polarizado una opinión sobre temas de vital importancia en el País más poderoso del orbe; así como en temas de política exterior; sobre todo hacia su vecino próximo México que en breve tendrá un cambio de Gobierno con una alternancia de ciento ochenta grados en lo que a posiciones se refiere.

Los analistas estaban prestos a poder deducir de los resultados de estas elecciones parte de los posibles rubros o rutas que tomaría la dinámica presidencial del blondo mandatario sobre  si llegara a presentarse  una Cámara de Representantes y del Senado controlada por el  bando Demócrata rival opuesto al Partido en el poder y que en estos dos años de Gobierno fue minoría, por lo que el Presidente no tuvo tanta dificultad para hacer valer su autoridad y dominio;  de la misma forma esta nueva conformación del Poder Legislativo tendría sus consecuencias dentro de la Política de México después de haber tenido una larga negociación para conservar el Tratado de Libre Comercio hoy conocido como T-MEC y haber liderado con una recalcitrante y persistente decisión de levantar un muro fronterizo.

Por todo la anterior podemos decir que las elecciones del pasado martes 6 de noviembre fueron vistas como un posible Referéndum para medir la fuerza de un Gobierno que se ha convertido en uno de los  más polémicos, criticado y vilipendiado de la Historia de los Estados Unidos, que en tan solo dos años de desarrollo ha roto con muchas de las leyes no escritas en la praxis política y llenado páginas enteras con vituperio y escarnio hacia la figura presidencial.

Pero lo que se podría esperar como una hecatombe o condición adversa, los resultados no fueron los previsibles, la respuesta de las boletas no fue lo contundente que se esperaba, si bien lo más significativo fue el triunfo del Partido Demócrata al recuperar la mayoría en la Cámara de Representantes no así en la de Senadores, situación que dejo entrever una línea aún no predicha en el derrotero que se pueda tomar en estos dos años subsiguientes antes de que el País de las barras y las estrellas vuelva a decidir por su Presidente.

Estos resultados no pueden dar una clara idea de la posición, de nuevo se vio ahora ya no un Candidato sino a un Presidente que pudo imbuir y casi unir a todo su Partido a tener un objetivo común en su política de inducción al voto (recordemos que a diferencia de México los Presidentes y miembros del Gobierno pueden hacer proselitismo y apoyar abiertamente a los candidatos de su Partido) y de nuevo hizo sentir la fuerza en un discurso centrado en el racismo, la xenofobia, la idea de nación única y poderosa, sembrando el temor a verse atacados por el ingreso masivo de braceros o indocumentados que pondrían en serios predicamentos, la seguridad, la paz y la economía de un próspero País, por lo que la Caravana de inmigrantes fue un hecho más que a modo para inducir con ello su política electoral en este proceso.

Aunque la caravana de migrantes aún no llegaba en esos momentos ni al centro de nuestro País, fue utilizado como ariete publicitario al dar muestras de fuerza y nacionalismo al desplazar ingentes elementos de seguridad a custodiar las fronteras del sur y mandar el mensaje de que bajo su férula se tendrá plena seguridad de que el patrimonio y armonía no se perderá, postura avalada por un fortalecimiento tácito de que los índices económicos imperan en condiciones adecuadas en estos dos años, que se ha incrementado favorablemente el Producto Interno Bruto, que la tasa de desempleo ha bajado en forma considerable, amén de diversos índices comerciales que sitúan a su Gobierno en una posición de difícil ataque hacia esos puntos vulnerables, unidas al orgullo de nación incólume; situación que para la postura norteamericana pueden ser fortalezas.

Inmediatamente al darse a conocer el resultado de esta elecciones Trump inició a capitalizar en sus discursos los puntos favorables de este proceso electoral que si bien se le pudo atestar un golpe importante, no llego a calar tan hondo como para pensar en una crónica de un debacle anunciado; si, en definitiva deberá moderarse en sus abruptas decisiones y a partir del mes de enero en que se renovará la Cámara se verá obligado a negociar con sus rivales cualquiera de las iniciativas de ley que intente promover, porque como se sabe sin esta aquiescencia será imposible su inminente aplicación.

La situación se torna interesante porque coincidirá con la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador el cual de darse una reelección en los Estados Unidos pervivirá todo su sexenio con un Presidente Trump en la cumbre de su liderazgo, pero por ahora el tema del Muro Fronterizo que tanto ha manejado Trump desde su campaña podrá verse limitado por un Congreso opuesto al mismo, no así con la ratificación del Tratado que puede encontrar ciertas discrepancias en la nueva Cámara; por cierto será que con el nuevo Gobierno del tabasqueño ¿ya se decidirá por nombrar al nuevo embajador estadounidense en México o seguirá la política exterior manejándose desde la Secretaría de Estado?, estas y otras interrogantes estarán por verse en este interesante ajedrez político.

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