En México, al interior de la Rosca de Reyes se incrustan muñequitos, simbolizando que el niño Jesús tuvo que ser escondido y protegido
Como cada año, mientras los pequeños se divierten con la llegada de sus nuevos juguetes, largas filas se observan en las panaderías de la capital del país, para adquirir la tradicional Rosca de Reyes que será degustada en miles de hogares.
En México, a la persona que le sale el muñeco al partir la Rosca de Reyes, se compromete a ofrecer tamales el Día de la Candelaria, 2 de febrero.
Se trata de un pan elaborado con una masa dulce, adornada con rodajas de fruta cristalizada, el cual frecuentemente se acompaña con una taza de chocolate caliente.
Su origen está relacionado con las fiestas dedicadas al rey Saturno, mejor conocidas como Las saturnales romanas, con el objetivo de celebrar los días más largos tras el solsticio de invierno.
Para estas fiestas antiguas se elaboraban panes redondos con higo, dátiles y miel, que se repartían por igual entre plebeyos y esclavos.
Ya para el siglo III, en el interior del dulce se introducía un haba seca, y el afortunado al que le tocaba era nombrado rey de reyes durante el tiempo que acordaran todos antes de partirla.
Los primeros cristianos tomaron un poco de esta tradición y la mezclaron con la historia de la visita de los Reyes Magos para la celebración de la Epifanía, cambiaron el pan ázimo por pan de harina blanca y levadura, cocida en forma de rosca, endulzándolo con miel.
Para los cristianos, la forma circular de la rosca simboliza el amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin.
Esta costumbre de Palestina llegó a Europa y posteriormente a América.
En México, el que encuentra el primer muñequito de la rosca se convierte en el padrino del Niño Jesús y deberá vestir con ropas nuevas a la imagen del niño Jesús, del nacimiento, y presentarlo en la Iglesia el 2 de febrero, Día de la Candelaria, para después realizar una fiesta con tamales y atole.