Sergio Ramos ha tomado la decisión de salir este mismo verano del Real Madrid. El central, que tiene contrato hasta 2017 (acabaría con 31 años), está muy enfadado con los últimos acontecimientos que han sucedido en torno a él y su relación con la entidad blanca. Que el Madrid no haya salido en su defensa para apoyarle por la utilización que algunos candidatos a la presidencia del Barcelona han hecho de su figura ha sido la gota que ha colmado el vaso de su paciencia.
Muy lejos de recibir ese apoyo, el central de Camas ha visto con incredulidad que se filtraban informaciones desde dentro de su propio club a los medios más afines al mismo que no le dejaban en muy buen lugar. Exactamente lo mismo que detectó cuando hace pocas fechas estaba envuelto en un proceso de renovación de su contrato y se le tachó de “pesetero” por pedir subir un escalón salarial para acercarse a lo que cobran algunos jugadores que acaban de llegar al Madrid, como Bale o James, que han aportado mucho menos que él a la entidad y que tienen un grado de implicación con el grupo infinitamente menor al suyo.
Pero ahora es el autor del gol de Lisboa en el minuto 93 el que ha dicho basta. No quiere ser la quinta figura que ha sido base del Madrid en los últimos años que sale por la puerta de atrás, como sucedió con Del Bosque y Hierro, con Raúl y como ocurrirà casi seguro con Casillas. Todos tuvieron un final desagradable en la entidad presidida por Florentino Pérez. Algunos porque no encajaban en el ideal marketiniano del dirigente, otros porque pertenecían a una época anterior y en casi todos los casos, porque cuestionaron algunas de sus decisiones que tanta inestabilidad deportiva provocan (diez entrenadores en doce años, aleatoriedad en los fichajes sin tener la figura del director deportivo…). Ahora es Ramos quien empieza a notar los movimientos de la presidencia que le invitan a un final amargo. Y prefiere irse ya. No quiere vivir una situación parecida a la de Casillas.
Ramos pertenece a ese núcleo duro de la plantilla del Madrid en el que aún està Casillas, que no vio bien la destitución de Ancelotti y al que no importó decirlo públicamente (como sucedió, por cierto, con Cristiano). El mismo grupo de pesos pesados que no entiende cómo Florentino prefiere mantener al doctor Olmo cuando la mayoría de la plantilla no confía en él. Son sólo algunos de los últimos episodios en los que Ramos ha chocado con Florentino. La relación entre ambos se deterioró mucho, también, con el desencuentro que el defensa tuvo con Mourinho (cuando se puso la camiseta de Ozil debajo de la suya), al que Florentino siempre apoyó incondicionalmente.
La cláusula de rescisión de Ramos es de 200 millones de euros. El central está dispuesto a negociar con el Madrid para que su traspaso sea rentable para la entidad blanca a costa de que lo sea menos para él, yéndose a otra club para cobrar los mismos seis millones netos que ingresa en la actualidad. Hasta la fecha, los representantes de Ramos no han querido escuchar ninguna oferta, pero en el mercado hay tres clubes que podrían optar a tenerlo en su plantilla y que están buscando un central: son Manchester United, City y PSG.