SI VIS PACEM, PARA BELLUM

Por Daniel Aceves Rodríguez

Esta máxima latina data aproximadamente del año 390 cuyo autor Flavio Vegecio Renato la incluyó en el prefacio del libro tercero de su obra “Epítoma rei militaris” un compendio de técnica militar muy conocido entre los romanos del gran imperio, por ello, erróneamente se le es adjudicada a Julio César; que traducida a nuestro idioma significa “Si quieres la paz, prepara la guerra”.

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Entendiendo este sentido, los que propugnan un espíritu pacifista consideran que un país entre más preparado militarmente esté o sea poseedor del mejor y más sofisticado armamento, menos probable será que pueda ser atacado por otro, evitando así una conflagración bélica, recordemos que esta tesis fue uno de los principales argumentos esgrimidos por el Presidente estadounidense Ronald Reagan al apoyar ingentemente en los años ochenta aquel proyecto bélico de defensa contra el Soviet supremo conocido como “La Guerra de las galaxias” y que a grandes rasgos consistía en una coraza destructora de cualesquier misil u objeto que circundara la órbita aérea dentro del espacio norteamericano, estrategia que a la par con otras acciones vino a desencadenar el final de la guerra fría y el desmembramiento de la corina de hierro. Es importante mencionar que igual que Reagan, el también ex presidente Richard Nixon parafraseo a Vegecio en su libro “No más Vietnams” escrito editado a principios de los ochentas y que contribuyó con sus argumentos a dar a conocer razones de peso para evitar otra conflagración armada como la de los años sesentas y setentas.

La Paz es un valor apetecido y deseado por la mayor parte de las personas que habitan en el planeta, Paz es un vocablo que nos remite a un estado, a un nivel social o personal en el cual se encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad, también se refiere a la tranquilidad mental de una persona o sociedad, definida de un modo inverso, se puede decir que es la ausencia de inquietud, violencia y guerra.

En el Derecho Internacional, este estado de paz es aquél en el que los conflictos con países allende las fronteras se resuelven de forma no violenta y particularmente se denomina así al convenio o tratado que pone fin a esa exacerbación del conflicto conocida como guerra, su raíz etimológica proviene del griego (eireyn) o Irene, por lo que conoceremos como irenista a todo aquél espíritu conciliador que busque la paz.

La representación simbólica de este vocablo es la paloma blanca con un ramo de olivo en su pico; ya en la antigua Grecia dentro de su mitología la Reina Afrodita (Diosa del Amor) tenía como mascota una paloma blanca, la cual era sagrada y brindaba la suerte necesaria para que hubiese paz entre los humanos; esta imagen es coincidente con aquella paloma que mandó Noé para que diera señales si aquél diluvio que Dios había enviado como castigo al hombre por su desobediencia había terminado, ave que a diferencia del cuervo regresó a él siete días después con una rama verde de olivo en señal de que la ira divina había terminado con un acuerdo tácito de paz, donde el arco iris sería la señal divina que recordaría al autor supremo que no habría jamás otro diluvio.

En sentido contrario, existe aquella forma de pensamiento o corriente que ve la guerra más como un modus vivendi, epónimo para generar enormes ganancias con la venta de armamento y pertrechos con el que dotan no solo a países sino principalmente a grupos subversivos, terroristas o del crimen organizado, donde las armas son el vector principal para conseguir sus objetivos dejando a un lado muy extremo cualquier deseo de paz, de interés o valor humano superior, más bien entendiendo esta frase en un sentido pugnaz de fortaleza y dominio sobre el otro.

Indudablemente que las armas históricamente han sido un instrumento de utilidad para el ser humano, principalmente para su seguridad, pero estas deben estar reguladas estrictamente y sobre todo deben de estar en las manos de aquellas personas que tienen bajo su responsabilidad la salvaguarda de la seguridad, integridad y libertad de las personas, me refiero a las Fuerzas Armadas, las Instituciones de Seguridad Pública que han sido preparadas mental y técnicamente para el uso específico de ellas, forma, lugar y tempo, incluso con reglamentación sumamente estricta que confiere su cargo.

Dos posiciones encontradas, con sentidos diferentes dentro de una misma expresión que no es nueva, pero que toma vigencia cada vez que de armas, o de hechos donde éstas son involucradas y que al momento de buscar soluciones, irremediablemente se llega a recordar la frase que lleva por título este artículo, que nos remite a  la situación por todos conocida que se vive en Ucrania donde el próximo  28 de febrero se cumplirá un año angustiante de bombardeos y ataques por parte de Rusia que reclama intransigentemente una serie de intereses políticos, étnicos, raciales derivados de  orígenes ancestrales que por ningún motivo justifican un ataque tan cruento y desigual en una población casi inerme ante los ojos del mundo que cada vez va perdiendo su capacidad de asombro ante estos hechos inhumanos.

Por más avanzados que estemos en el mundo, una guerra o un conflicto siempre demostrará ese lado de barbarie, de mala levadura que habita en el hombre y que en ocasiones nubla la razón, generando actos contrarios al sentido de amor y caridad al prójimo que se separa diametralmente de ese deseo de Paz que debemos propugnar y que podrán llevar a este mundo para aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, y así vivir la vida sembrando afectos con la vista y el alma siempre en la altura.

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