Por Daniel Aceves Rodríguez
Nunca, como hasta hoy después de la Guerra Fría, se había vivido una tensión tan extrema de la posibilidad de un conflicto bélico entre las dos potencias mundiales Estados Unidos y Rusia, como el que en estos días se está desarrollando bajo el tema principal de Ucrania cuya frontera cada vez se está convirtiendo en una zona de alta tensión bélica.
Sabido es que en días anteriores Rusia movilizó más de 100 mil soldados hacia los límites de su territorio, y los Estados Unidos respondieron con el despliegue de cerca de diez mil efectivos junto con la solicitud de evacuación de personal diplomático radicado en la capital Kiev situación emulada por países afines como Canadá, Reino Unido y Australia quienes ante el rumos desarrollado de un posible ataque ruso prefirieron colocar a su personal a buen resguardo.
Así en los albores del año 2022 y no saliendo de la guerra microbiológica que el planeta ha enfrentado contra un virus que se resiste en la batalla dando cambios miméticos ante el avance de la ciencia y la responsabilidad humana; el mundo se estremece por el eco de tambores de guerra que parecen sonar teniendo como manzana de la discordia o centro neurálgico a la histórica Ucrania que ha externado su interés por unirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) bajo el auspicio latente de Washington y la oposición porfiada de Moscú que ha sentido como propia esta región centenaria así como la no aceptación de tener cerca de su territorio bases o actividades de alianzas no afines a su nación.
Recordemos que Ucrania posterior a la Segunda Guerra Mundial formó parte de las 15 repúblicas que junto a Rusia conformaban la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Armenia, Georgia, Bielorrusia, Lituania, Letonia, Estonia, Azerbaiyán, Moldavia.
De Ucrania como nación se conoce su aparición en la historia desde el siglo IX donde conformaba la Rus de Kiev; centro poderoso de esa parte europea, que fue pasando por cambios con el paso de los siglos hasta ser ocupado por el Imperio ruso zarista, que al desaparecer el reinado buscó su independencia tras la revolución bolchevique de 1917; siendo posteriormente ser anexada a la URSS en 1922, durando así todo el proceso soviético del siglo XX obteniendo su independencia ya como nación en el año de 1991 ya con la caída del bloque oriental.
Ucrania para la URSS fue uno de sus principales abastecedores de trigo, considerándosele como uno de sus graneros, igualmente dentro de la producción de energía, el país importa gran parte de los suministros como es petróleo y gas natural, siendo de este recurso el productor de casi el 25% de la generación del fluido, además que por su posición geográfica, se convierte en un punto estratégico de amortiguamiento entre Rusia y países de la Unión europea como Polonia o los Estados Bálticos, que viéndolo desde una perspectiva global tanto por su basamento histórico como por su riqueza energética y geopolítica es una región que Putin la considera más cercana y referente a Rusia que a la OTAN históricamente su rival.
Ya en el año 2014 después de la confrontación de Madién contra el presidente Victor Yanukóvich de conocida filiación prorrusa, que culminó con su salida, Ucrania vivió la invasión de las tropas de Putin hacia la República de Crimea así como la guerra en la región de Donbás, experiencia que aún late en el pueblo ucraniano y que ha sido uno de los factores que potenciaron la aceptación de los ciudadanos al apoyar a su Presidente Volodimir Zelenski en la opción de pedir el ingreso a la OTAN, pero también un sentir latente de una posible invasión rusa, que sigue considerando a Ucrania sentimentalmente como una “Rusia menor” o territorio de su propiedad.
La postura de los países de la unión europea ha sido disímbola, destacan la actitud firme del Reino Unido y de España que en esta semana han manifestado su rechazo a Rusia, países como Alemania, Italia o Francia han tomado una posición menos beligerante, tal vez por su alto comercio de gas donde la región de Kiev es un punto crucial; sin embargo las posibles sanciones que Estados Unidos que por medio de su Presidente Joe Biden ha espetado contra Rusia, generará movimientos considerables en los mercados internacionales, crisis en los abastecimientos de materias primas esenciales o importaciones de unidades de ensamble; pero sobre todo la tensión de una inminente exacerbación del conflicto que a pesar de los diferentes mediadores que participan pueda generar un ataque de Rusia con la consabida respuesta norteamericana.
La tensión es alta, mientras las piezas bélicas se van moviendo al unísono junto a las declaraciones cual tablero de ajedrez, en el mundo aumenta la zozobra de un conflicto que venga a incrementar la ya dolorosa situación sufrida por la ola de contagios de la variante Omicrón, por ahora la máxima latina de “si quieres la paz prepárate para la guerra” (civis pacem, para bellum) retumban en la política externa de los dos bandos que ante declaraciones diplomáticas como posturas irredentas nos hacen entender que el ingreso de una segunda guerra fría está en el umbral de este nuevo año.