Véritas Liberabit Vos
México se caracteriza en el concierto mundial por esa riqueza de tradiciones donde derivado de una conmemoración litúrgica común a todo el orbe católico se anexan a ella toda una variedad de formas que la hacen única, cual rico tesoro hile mórfico donde lo religioso cede su paso a una festividad típica que enraíza en la sociedad colores, aromas, sabores, texturas y sonidos dignos de generar la admiración del mundo y el disfrute y deleite de nosotros quienes las vivimos.
Así ocurre con nuestra festividad del 2 de febrero o Día de la Candelaria, conocido más coloquialmente como el “día de los tamales” tan propio, natural y único de México, que tiene su origen en la festividad de La Presentación del Niño en el Templo o también conocido como La Purificación de la Virgen, conmemoración narrada en el Evangelio de San Lucas donde menciona que tal como lo marcaban las leyes en el Antiguo Testamento, al pasar los cuarenta días la mujer que había dado a luz debería cumplir con la asistencia al templo a su purificación y la presentación en el templo, donde se presenta varios hechos simbólicos que constatan lo escrito en las profecías y lo que estaba por venir; ahí en el templo se encontraba un anciano de nombre Simeón, que siempre decía que no se moriría hasta poder ver y tener en sus brazos al Salvador o la Luz del Mundo, por eso al ver llegar a la virgen, inmediatamente le pidió permiso para cargar a aquel niño, al momento de tenerlo consigo expresó: “ Ahora Señor tu promesa está cumplida; ya puedes dejar que tu siervo muera en paz, porque he visto la salvación que has comenzado a realizar ante los ojos de todas las naciones, la luz que alumbrará a los paganos y que será la honra de tu pueblo Israel”, también comenta el evangelista el anciano le expreso a La virgen María: “Este niño está puesto para ruina y resurrección de muchos de Israel, y una espada traspasará tu corazón”.
De esta última expresión es donde se ha dado la interpretación de los siete dolores de la virgen que corresponden cronológicamente a La circuncisión, la huida a Egipto, el niño perdido y hallado en el templo, el encuentro con su madre cuando va en la vía dolorosa, la crucifixión, el descenso de la cruz y la entrega el cuerpo exánime en sus brazos y la puesta en el sepulcro festividad litúrgica que se conmemora el viernes previo a la Semana Santa conocido como viernes de Dolores donde igualmente se celebra con ingenio tradicional al montar los Altares o incendios y su típica agua fresca de limón con chía que recuerdan las lágrimas de la madre de Dios.
En la conmemoración litúrgica del 2 de febrero nuestra cultura expresa ese sincretismo tan nuestro y que es observable en la mayoría de fechas votivas donde a lo religioso se le adereza con una serie de costumbres muy del origen o raíz prehispánico hecha en los tiempos de la evangelización para lograr un acercamiento, afinidad y asiduidad de los nuevos convertidos logrando con esta forma plástica una manera también didáctica de transmitir las verdades de la fe.
Anexo al ritual del ordinario romano, el mexicano agrega la figura de los padrinos que simbólicamente acompañarán al niño Dios en su presentación, esos padrinos fueron los agraciados de encontrar a ese niño en la Rosca del día 6 y ahora aparte de llevar en sus hombros la gran distinción como la del anciano Simeón (que en muchos lugares si se hace de vestir al Niño Dios, levantarlo del pesebre, arrullarlo y colocarlo en algún lugar especial donde estará hasta la nueva temporada navideña) es la de convidar a los invitados con un platillo típico de maíz aportación de la cultura prehispánica como son los tamales acompañados principalmente de atole o chocolate en significación cabal de alimentos y bebidas de nuestros antepasados aborígenes, pues tal como lo narra fray Bernardino de Sahagún en muchos pueblos los habitantes llevaban mazorcas para ser bendecidas a fin de sembrar sus granos y tener buena cosecha en ese ciclo agrícola que iniciaba el undécimo día del primer mes del calendario azteca que coincidía con el 2 de febrero del calendario Gregoriano.
Estas son nuestras ricas tradiciones, legado de nuestra nacionalidad originado en una fiesta religiosa pero que da motivo de una celebración familiar, social o de trabajo que fomenta esa unión y alegría típica de nuestro México, donde siempre estaremos prestos para tener un motivo de reunirnos o convivir, así que si fuimos agraciados el seis de enero es tiempo de ir planeando la elaboración o donde conseguiré los tamales o de recordarles a aquellos que tal vez ya se les olvidó, pero sea de una forma o de otra, Feliz Día de La Candelaria y ¡ Que disfrutemos la tamaliza!