UN ATAQUE QUE CAMBIÓ LA GUERRA

Por: Daniel Aceves Rodríguez

Aquella mañana de domingo, en el cálido archipiélago del Pacífico el sol se ocultó muy temprano, eran las 7:55 horas cuando el cielo fue cubierto por una andanada de aviones que cubrían con sus estruendosos motores los potentes rayos de sol que iluminaban ese despertar decembrino, 180 aviones japoneses junto a bombarderos en picado hacían caer fuego sobre aquella base norteamericana enclavada en el Puerto de Pearl Harbor en la isla de Oahu, ante la mirada atónita y desconcertada de aquellos soldados estadounidenses que jamás imaginaban un ataque de esta magnitud.

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Después de esa primera oleada, vino otra casi una hora después, a las 8:50 am un segundo ataque consumó uno de los hechos más fatídicos y violentos recordados dentro de la conflagración de la Segunda Guerra Mundial, aquél 7 de diciembre de 1941 calificado por el Presidente Franklin D. Roosevelt como “ Una fecha que vivirá en la infamia” , fue el baldón que generó el ingreso de los Estados Unidos en una guerra que ya llevaba de camino dos años, durante la cual el país de las barras y las estrellas se había mantenido neutral.

Ese ataque que duró 75 minutos cambiaría todo el panorama de la Guerra, ya que desencadenó una batalla entre las dos naciones que se extendió hasta agosto de 1945 con el abominable hecho de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki; como consecuencia de ese ataque el bando norteamericano perdió 11 buques de guerra,  8 acorazados, 169 aviones, teniendo un aproximado de 2403 bajas contando en ello 68 civiles ya que las balas niponas alcanzaron parte de la población aledaña a la base militar.

Mucho se ha discutido históricamente sobre los motivos que tuvo Japón para realizar este ataque ante la nación más poderosa del orbe, sabiendo claramente cuál iba a ser la respuesta de un país que a leguas se veía que a dos años del conflicto sus intereses estaban más como participante que como un país mediador o neutral, pero por otra parte la elucubración mayor y que ante un razonado análisis aún es difícil entender, es lo referente a si el sistema de inteligencia norteamericana no tuvo nunca señales de este inminente ataque y tener la opción de poder evitarlo, conocido es que ya para esos tiempos el contraespionaje, los sistemas de información y la captación e intercepción de mensajes y señales estaba ya muy avanzado, añadiendo que ese ataque por más sorpresivo que hubiera sido, tuvo durante varios meses una sesuda planeación y diversas maniobras de ensayo en lugares que de alguna manera pudieran ser detectadas como sospechosas ante las ya conocidas agencias de investigación, ya que 353 aviones japoneses (131 bombarderos en picado, 103 bombarderos, 79 cazas y 40 torpederos) no eran tan fáciles de ocultar.

Lo cierto es que aquel ataque tomó por sorpresa no solo a aquel enclave militar del Pacífico, sino que cimbró el corazón mismo del mundo, puesto que este ataque al no mediar en él alguna declaración de guerra, era violatorio a lo estipulado por la Convención de La Haya (1907) dando paso así a que los Estados Unidos entraran formalmente al escenario de la Guerra, un conflicto donde desde el principio se sabía del apoyo a Inglaterra y Francia y su conocido repudio hacia la figura de Hitler y su avance en Europa desde 1939.

Se habla de dos momentos previos decisivos que pudieron cambiar el rumbo de la historia, uno fue un día antes, el 6 de diciembre cuando la contrainteligencia norteamericana, en específico criptólogos interceptaron un mensaje de la Armada Imperial japonesa donde al descifrarlo encontraron que se refería a movimiento de buques y personal en sus posiciones de Pearl Harbor, una información por demás importante que no fue tomada en cuenta y desechada por la superioridad.

Otra señal se produjo justo esa mañana del ataque, se menciona que un operador de radar en la Isla de Oahu detectó una formación inusual de aeronaves a distancias cercanas a la base naval, igualmente se dice que no fue considerada de importancia ya que se pensó que eran los propios estadounidenses que realizaban maniobras con los bombarderos B -17.

Para Japón esta fue una victoria pírrica, ese día no solo atacaron Pearl Harbor, también bombardearon las posesiones británicas, francesas y holandesas del Pacífico como eran Hong Kong, Malasia y Singapur, deseoso botín en el cual tenían marcados sus intereses y para ellos el ataque a los Estados Unidos era una forma de detener y controlar el apoyo que ya estaban brindando a China y que interfería con su deseo de control en el sudeste asiático, sin embargo los cálculos no salieron como se esperaba, los intangibles en una guerra son enormes.

Despertando de la sorpresa los Estados Unidos, un vapuleado país el 8 de diciembre su Presidente Franklin D. Roosevelt declara la Guerra al Imperio de Japón, y con ella Alemania e Italia declaran también la guerra a los Estados Unidos, ahora sí, el ingreso de los norteamericanos en todos los escenarios la Segunda Guerra Mundial (Europa y el Pacífico) es toda una realidad.

El desenlace de la historia ya la sabemos, después de las bombas atómicas, Japón pide su rendición, con  su país devastado con más de 3 100 000 muertos y ciudades arrasadas por el fuego de la Guerra, y un gran camino por recorrer.

Sesenta años después los Estados Unidos sufren otro atentado, esta vez dos aviones rompen la monotonía de una mañana y en el corazón de Nueva York derrumban las icónicas Torres Gemelas, después de la sorpresa el Presidente George Bush declara la guerra a Afganistán “Quien no está con nosotros, está contra nosotros”, ¿coincidencia?. Pero esa será otra historia…

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