Una descripción muy precisa de Nayarit, por Jean Meyer

No es tan malo navegar en internet, sobre todo si te encuentras este tipo de escritos que transcribo tal y como lo encontré, y sobre todo tratándose de un autor que se ha interesado mucho por esta tierra, el francomexicano Jean Meyer, un hombre de mundo cuya segunda patria es Nayarit, y que sueña y platica con Manuel Lozada, “El Tigre de Álica”.

Leamos a Meyer:

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Costa, llano y sierra forman una trinidad geográfica que se ha alejado recientemente del estado natural. Hasta 1950 la costa y la sierra no habían sufrido demasiado las acciones del hombre, que en cambio sí había transformado mucho el llano. Aquí el altiplano se deshace en tierras húmedas y calientes, se despeña en barracas interminables. Cuando uno viene de Guadalajara por la carretera vieja, o se mete a la sierra del Nayar a caballo, se siente muy chiquito frente a la montaña y no siempre gana contra esta locura de curvas y de abismos.

Viniendo de Guadalajara hacia Tepic, después de las barrancas que durante siglos aislaron nuestra región, entra uno a un estrecho y verde corredor, encajonado entre montañas ásperas: Ixtlán, Ahuacatlán, Jala, Mexpan se llaman los pueblos que nos encaminan hacia Tepic. Se rodea el gran volcán Ceboruco, mal apagado con sus fumarolas, capaz de despertar en cualquier momento; se sube entre pinos y encinos al monte de los Cuartos para luego bajar al hermoso y verde valle de Tepic, dejando a mano derecha la laguna de Santa María y la sierra, y a mano izquierda los llanos que llevan a Compostela, donde pasta tranquilamente el ganado.

Después de Tepic, “ciudad que poco riesgo corre de convertirse en monumento colonial”, como dijo algún viajero, la carretera federal nos lleva a San Blas y camino a Mazatlán. Se corre a lo largo de una indecisa geografía que no termina de ser monte, selva o llanura. Las tierras pródigas ostentan tabacos, cañas y frutales. Por un puente cruzamos el río Santiago, que fue Lerma a lo largo de medio altiplano, desde Toluca hasta Jalisco. Aquí se vuelve a un río grande, ancho y tumultuoso que desemboca en el Pacífico de las marismas y de los esteros; muy cerca se encuentra un pequeño pueblo, famoso por ser redondo, por estar en medio del agua y por tener “una de las cocinas más sutiles y broncas de la gula nacional”: Mexcaltitan. Pronto llegamos a la tierra de las gardenias, Acaponeta, que tiene las costumbres y el estilo de Sinaloa. La sinaloense Escuinapa es su hermana gemela. Sinaloenses y nayaritas de esa zona fronteriza se quieren y se confunden y se ven como de la propia casa.

Nayarit, como estado, mide 280 km en su mayor longitud y tiene una anchura media de 95 kilómetros. Cubre cerca de 28 000 Km², incluyendo la superficie de sus islas. La fantasía de sus fronteras administrativas ofrece la silueta de un cargador. Las sierras que forman la carga del hombre ocupan una extensión considerable, de tal modo que podemos decir que Nayarit es la vertiente occidental de la sierra Madre, que baja desde las cúspides, de 2 500 metros de altura, hasta las playas del Pacífico.

A las sierras se deben la diversidad de climas, suelos y vegetación, las dificultades para los transportes, el aislamiento que ha permitido la conservación de grupos indígenas y la afirmada personalidad. A las sierras y a sus barrancas se debe en parte el hecho de que Nayarit se haya organizado separado de Jalisco, Durango y Zacatecas, tres de sus cuatro vecinos. A ellas se debe el agua, que es la mayor riqueza del estado.

Cuando el emperador Carlos V pregunto al conquistador Hernán Cortés a qué se parecía México, éste tomó un papel sobre la mesa, lo hizo bola, lo arrugó y lo soltó diciendo: “Así es México, sierras y barrancas”. Así es gran parte de Nayarit.

Cortés habló también de los tres escalones que forman la costa caliente, el altiplano y la sierra. Nayarit conoce esa gradación. La costa y el altiplano tienen un clima tropical con una estación de aguas de cuatro meses, de junio a octubre, que trae entre 1 300 mm y 1 500 mm de lluvias anuales. Eso es suficiente para tener bosques y selvas hermosas. La estación de secas hace que el bosque sea bastante frágil y no vuelva a crecer después del desmonte.

La costa muy húmeda tiene una selva tropical tupida cerca de San Blas y Compostela.

En Tepic termina el altiplano que empieza en Puebla y atraviesa todo el país a lo largo de 1 200 km². Al sur está bordeado por una línea de volcanes que van del Pico de Orizaba hasta el Ceboruco. En Nayarit el altiplano se encuentra más bajo que en el centro del país: Ixtlán está a 1 000 m de altura, y los valles de Compostela y Tepic un poco más bajos. La caña y otros cultivos tropicales anuncian el calor del golfo de San Blas. Entre Tepic y San Blas se levanta la muralla espléndida del Cerro San Juan (2 300 m), frente al Sanganguey (2 150 m). Esas montañas reciben muchas lluvias que hacen la fortuna agrícola del valle de Tepic, también conocido como valle de Matatipac.

La sierra Madre Occidental está hecha de rocas volcánicas dispuestas en anchas masas, separadas por hondas barrancas. Llueve en verano, pero mucho menos que abajo (770 mm en Paso de la Yesca), y la falta de agua es un problema serio para el hombre. Hay bosques hermosos pero poco densos; las tierras cultivables son muy escasas, por lo que la sierra no está densamente poblada. En ella viven algunos miles de indios en condiciones muy difíciles. Esa sierra sigue hacia el noroeste a lo largo de más de 1 000 km y es tan amplia como toda Italia. En Nayarit los afluentes del río Santiago la transforman en un laberinto de barrancas que pueden generar energía hidroeléctrica.

La diversidad, la variedad, es la característica dominante del clima. Las temperaturas van de cero grados en invierno en la sierra de la Yesca a 40 grados en el centro del estado, donde se juntan los ríos Santiago y Huaynamota. El clima es cálido en la zona costeña, así como en las ciudades de Acaponeta, Tecuala, Tuxpan, Ruiz, Santiago Ixcuintla y partes de los municipios de Rosamorada, Tepic y Compostela; templado en los llanos más altos (Tepic, Compostela, Jalisco), con temperaturas más frescas en la sierra.

Los suelos, las temperaturas y las lluvias se combinan con las montañas y los valles para definir una serie de pequeñas regiones bien distintas. Si se parte de la costa, se encuentra primero una vegetación tropical exuberante; a una altura media de 800 m crecen los encinos y robles, y en seguida vienen los pinos. En las partes calientes y templadas desmontadas por el hombre encontramos la sabana: pasto sembrado de alguno que otro árbol. En esa naturaleza viven muchos animales. Entre las aves mencionaremos los patos, las garzas, los pelícanos y los gansos. En la sierra se pueden encontrar tigre, lobo, jabalí y venado; en los valles, armadillo, liebre y zorra. Los esteros y las lagunas son muy poblados: ostión, camarón, jaiba, peces. Hay gran variedad de reptiles, como el caimán, la cascabel, el coralillo y muchas serpientes no venenosas.

Con excepción de la sierra, nuestra región tiene agua en abundancia; en mucho mayor medida en la zona de los esteros.

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