Una nueva nacionalidad (Parte 4)

Véritas Liberabit Vos

Hablábamos de un tema de futbol para indicar uno de los rasgos típicos del mexicano, pues bien siguiendo con esa tónica remontémonos al año de 1994 justo en el juego de octavos de final del Mundial en los Estados Unidos donde México se enfrentaba a Bulgaria, después de un tiro de esquina que es desviado por Marcelino Bernal; este se introduce a la cabaña defendida por el multicolorido Jorge Campos, y sin querer por el impacto del nayarita, se separa un larguero que sostenía la red, quedando la misma en condiciones no muy convenientes, durante minutos surge la confusión, el partido se detiene, pero de pronto se acerca Zaguinho quién mostrando un estilizado ingenio sujeto la red a una cámara con pedestal que estaba a un lado, todos los que lo veíamos por la televisión entendimos que ya había quedado listo y a rodar el balón, más sin embargo para la flema sajona eso no podía ser real y posible; de la nada vimos sorprendidos como trasladaban las personas de mantenimiento del estadio una portería nueva para sustituirla por la otra dañada….ingenio y creatividad contra un acendrado y analítico pensamiento sajón, ¡ Como puede ser eso!  expresamos todos los mexicanos que minutos después vimos caer a nuestra selección en lo que aquel tiempo catalogábamos como “la maldición de los penales” y así nuestros sueños de un quinto partido deberían esperar otros cuatro años envueltos en un juego que apasiona a casi todo el territorio nacional.

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Es indudable que el ingenio nos caracteriza como mexicanos, el poco gusto por la planeación y un tanto el valiente: “Ahí se va” o las “En la carreta las calabazas se acomodan en el camino” son una muestra más de la herencia española de lanzarse a la aventura con más pálpito que cálculo, con un “hay que quemar las naves” y luego a ver qué pasa, transitamos por la vida gozando de esa fortuna de ser bendecidos por una tierra hermosa y rica con todos los climas y fauna posibles, con los paisajes más bellos y los litorales que dan a nuestra tierra forma de sirena en las espumas.

Si esta mezcla racial y este sincretismo cultural formó una nacionalidad única de la cual estamos orgullosos las aportaciones hispánicas y aborígenes se mezclaron en la multiculturalidad para dar un mexicano con alto temperamento individualista donde nos cuesta destacar como equipo; sí, pero que con el corazón por delante ganamos en boxeo, caminata tae kwan do, clavados y si en el futbol nos quedamos sin llegar al quinto partido en categorías Sub 17 ponemos la muestra dos campeonatos mundiales de futbol y uno olímpico señalan que la juventud puede mejorar esta tendencia que no es determinista y que decir de los paralímpicos.

Esto se aúna a la dinámica entusiasta, para las fiestas, el ambiente, la alegría no hay como el mexicano, por eso en cualquier lugar del mundo las notas de nuestro mariachi o un son de la tambora nos ponen la piel chinita y los ojos vidriosos si estamos fuera de casa o inducen al jolgorio a cualquier extranjero que la escucha, haciendo vibrar el corazón aceleradamente.

La abundancia verbal rica en deliciosa demagogia y calada de refranes y dichos sabios nos marcan como un pueblo identificado a su raíz étnica y a la Universidad de la vida, nuestro folklore vibrante y llamativo con sus jarabes y sones que se asemejan a la jota y al tablao flamenco de los españoles pero que la supera en riqueza natural y abundante reciedumbre de nuestro típico y varonil traje de charro mexicano con la gracia de la china poblana poster resultado del payo español y de el garbo y altivez de la castellana.

Nuestra gastronomía toda un dechado de aromas, sabores, colores que mezclan la rica variedad de productos de nuestra agricultura con las especies y aceites traídos de allende los mares, dan al paladar de cualquiera un repaso por demás expresivo y picante que se remata con un elixir de la sabia del agave y que con orgullo un mexicano lo liba en su caballito de un solo golpe, para demostrar de que está hecha esta raza bravía; amalgama del cobre indio y del estaño español.

Esta es la raza cósmica de la cual habló José Vasconcelos, esta es la sangre que corre por nuestras venas, igual que las frescas aguas que fluyen por los caudalosos ríos de nuestra patria, junto a los veneros de petróleo en el subsuelo, este es el mexicano del cual formamos todos parte y que cada día podemos hacerlo resaltar con nuestro trabajo honesto y firme, porque no hay quién se precie de ser mexicano y no sienta el deseo de trabajar por los suyos y gritar a los cuatro vientos un ¡Viva México!

Así se formó nuestra nacionalidad, pero lo que sigue después. Será otra historia.

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