¡Viva México!

La Verdad… Sea dicha

¡Viva México! Porque no nos rendimos ante las adversidades, porque nuestra fortaleza está en la unión de nuestra familia, en la herencia de la sangre, en la historia de nuestros viejos, en el presente de nuestros hermanos, y en el futuro de nuestros hijos. ¡Viva México! Más allá de los agravios de los inconscientes, de los incendiarios, de quienes intentan pulverizar a la nación. ¡Viva México! A pesar de los que infringen la ley, de los que son corruptos, de los que son inhumanos, de los que no ven a los nuestros como hermanos. Los mexicanos tenemos un gran país que es regalo de Dios; cuidémoslo, abriguémoslo, hagámoslo grande, más fuerte y fulgurante, progresista y respetable. ¡Viva México! el de la gente noble, el de la tradición indígena milenaria, el de los hombres y mujeres que todos los días trabajan para impulsar el desarrollo nacional, el de las madres luchonas, el de los profesionistas, el de los deportistas, de los empresarios, de los artistas, y el de cada mexicano que realiza alguna labor u oficio que por mínimo que parezca es un aporte importante para el engrandecimiento de esta gran nación. ¡Viva México!    

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Tal como lo decía San Agustín

No me haga mucho caso, amigo lector, pero fíjese usted, ahora que navegaba por algunos sitios de internet, tuve la oportunidad de leer algunas páginas relacionadas con asuntos generales de la entidad, artículos y notas, en algunos casos muy bien explicados, y en otros, francamente tan mal presentados que resulta necesario no volverlos a leer jamás. Por otro lado, tal vez usted ya se haya percatado que en muchos de los escritos que se exponen públicamente, la falta de sencillez léxica hace difícil disfrutar y entender la lectura, pues las palabras rimbombantes y los términos técnicos, como que se vuelven un serio obstáculo para la fácil interpretación de las ideas; no es que la generalidad seamos totalmente neófitos por no entender todo el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pero, estará de acuerdo conmigo en que hoy lo más adecuado es que todo trabajo escrito venga presentado con palabras simples y digeribles, que no vulgares. Sé que mi irreverente comentario no será del agrado de los insignes maestros de la literatura y el periodismo, pero definitivamente soy de los que piensan (sacrílegamente) que la comunicación actual debe abarcar sin ningún problema a toda la sociedad, letrada y no letrada, trátese del tema que se trate.

Inteligente reacción del diputado presidente Jorge Humberto Segura López

En su cuenta de Facebook, el Presidente del Congreso Local escribió: “Con la finalidad de concluir con interpretaciones que confunden dolorosamente a la sociedad, como Presidente del Congreso exhorto a la Presidenta de la Comisión Dictaminadora a DEJAR SIN EFECTO el estudio de dos temas de la reforma penal en materia de ataques a las vías de comunicación, modificación que persigue hacer compatibles dos derechos como son el de manifestación sin trasgredir el de la libertad de tránsito de la población, y los delitos de difamación, calumnias e injurias cuya finalidad es proteger con eficacia la vida privada de las familias que han visto vulnerada su dignidad por el alcance de las redes sociales. Convoco a diputadas y diputados a seguir impulsando los objetivos de la Agenda Legislativa en beneficio de la sociedad nayarita”.

De lo que se viene uno a enterar

Hace un par de años un prestigiado diario de circulación nacional reveló que en el Ayuntamiento de Madrid, España, aseguraron firmemente que la famosa canción “Madrid, Madrid, Madrid” no era autoría de don Agustín Lara, sino de un español que vivió exiliado en México, llamado Rafael Oropesa, a quien el compositor mexicano le compró el tema en el año de 1940, cuando aún no conocía España. Dicen, equivocadamente el gobierno de Francisco Franco, en ese entonces, en fino agradecimiento, aparte de los muchos reconocimientos públicos, regaló a Lara una casa en Granada. Ahora resulta que la inspiración del laureado “Flaco de Oro” no llegaba a tanto, cuando según los españoles, alguna vez llegó a comprar las sentidas canciones que le inmortalizaron. Aunque a decir verdad, también aclaró el investigador don Raúl Guerra, que no se ha conseguido ningún documento que avale lo que indican las autoridades españolas. Lo cierto es que siempre han existido los rumores, a veces infundados en los que se asegura muchos compositores famosos en algunas ocasiones han comprado canciones, y hasta en otros casos, hay quien asevera, se las han robado. Verdad o mentira, vaya usted a saber.

Una anécdota algo graciosa

Amable lector; le voy a contar de una anécdota chusca muy personal que pasé allá por el año 2000 cuando mi padre aún vivía. En mi familia siempre nos ha gustado mucho la música de todos los géneros, incluso mis abuelos, mis tíos, mi padre, y un servidor hemos tenido la suerte de tocar algún instrumento musical, hay una tradición de músicos en casa. Bueno, pero la cuestión es que un día se anunció que en el marco de la Feria de Nayarit, aquí en Tepic, vendría a tocar al Salón, un conocido restaurante y bar, el grupo norteño Los Cadetes de Linares, creo que más bien se trataba de uno de los muchos imitadores que andan por toda la república mexicana lucrando con el trabajo y la fama de esta agrupación que se hizo famosa a mediados del siglo pasado por su particular estilo para cantar los corridos y la música romántica norteña, además de las polkas que eran su carta de presentación. Total que unos primos, mi padre y yo, una noche llegamos a la feria pero directo al Salón para escuchar a los ídolos a quienes oí por primera vez cuando radiqué en un pueblo del estado tamaulipeco, en mis tiempos de adolescencia. El lugar estaba abarrotado, las mesas llenas, muchos jóvenes alegres, pero también una buena cantidad de viejos coreaban cada uno de los éxitos de los Cadetes de Linares; buena bebida, buena comida, y un ambiente especial incitaban para entrarle con fervor al refresquito; en un momento dado me entró la urgencia de ir al baño a hacer aguas menores, y me dirigí presto a realizar mis inaplazables necesidades fisiológicas, con tan mala suerte que encontré los migitorios llenos, pero descubrí uno de los baños privados solo, y entré rápidamente antes de que me lo ganaran. Apenas había terminado de descargar cuando sentí la presencia de alguien atrás de mí, eran un par de policías serios que inmediatamente me preguntaron qué traía; un poco desconcertado les contesté que nada, entonces me pidieron mi cartera; la revisaron, revisaron mi nariz, mi lengua y al no encontrar nada extraño, o algo que hubiera injerido, optaron por revisar los bolsillos rotos de mi pantalón de mezclilla, con tan mala suerte para ellos que ese día por las prisas olvidé ponerme ropa interior, así que uno de los policías se llevó una sorpresa al revisarme, de inmediato me dijeron que me podía ir, retirándome con una sonrisa algo sarcástica. Así llegué hasta la mesa para contar mi graciosa anécdota, que no he de negar de principio me ocasionó una preocupación inmensa pues desconocía las reales intenciones de los señores policías. Luego de unos minutos me recuperé del susto, tanto que finalmente acabamos felices cantando los boleros de oro de los Cadetes de Linares que ciertamente sonaban igualito a los originales. Hasta pronto. Para comentarios robleslaopinion@hotmail.com

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