Caldero Político
Sí. Una gran parte de las cuencas hidrográficas del país están en proceso de daño y contaminación, lo que disminuirá la cantidad del agua que usamos.
De no existir cambios favorables para una mejor administración del agua, México y Nayarit van a enfrentar una de seria crisis por falta del vital elemento.
La mayor parte de las mil 471 cuencas del país están en franco declive. Es decir, o hacemos cambios para tener una mejor administración del agua, o vamos a tener zonas de crisis por escasez.
Fíjense bien: al menos 11 millones de mexicanos carecen del acceso al agua, del derecho a este elemento, en tanto que las zonas de alto nivel económico del país llegan a ocupar 600 litros diarios por habitante.
El agua se encuentra terriblemente sectorizada y las gestiones deben ser equitativas, eficientes y sostenibles, con una dimensión social.
Se requiere cambiar las costumbres de nuestros agricultores y generar una dimensión ambiental.
El aumento en el consumo de agua también se ha disparado. Mientras que en 1995 representaba 45 litros por habitante, hoy es de 360 litros. El cambio climático supone una nueva dificultad.
Actualmente en el país hay 471 mil hectómetros cúbicos de agua disponible al año. El 76 por ciento del agua se utiliza para fines agrícolas y cada día es más caro ponerla a disposición de los asentamientos humanos.
En la Ciudad de México se tiene que traer de lugares distante y aumentan los costos energéticos. Los aprietos del Gobierno crecen en materia de inversión en infraestructura, dado el último recorte del 17 de febrero, calculado en 132 mil millones de pesos.
Es necesario que los tres órdenes de gobierno se preocupen y ocupen por hacer planes y programas tendentes a orientar, concientizar, educar y actuar para que los mexicanos cuidemos mejor el agua. No bastan spots de radio o de televisión sino campañas permanentes y acciones coercitivas para obligar al cuidado del agua. Administrativamente someter a los diversos espacios de la administración a realizar estrategias para el que el vital elemento sea llevado de manera equitativa y justa a los lugares donde no hay y que las familias discriminadas de su abasto sean atendidas de manera correcta, con inversiones y obras que permitan la llegada del elemento.
Cero desperdicio, es lo mejor, pero atender el tema con responsabilidad y compromiso, evitando la politización y partidización de este drama que amenaza con hacer crisis en poco tiempo.
VEREMOS Y DIREMOS.