Conócete, acéptate, supérate

Véritas Liberabit vos/Daniel Aceves Rodríguez

Repasando con mis alumnos las importantes aportaciones de grandes personajes hacia la Educación emergiendo desde la Grecia Antigua con los filósofos naturalistas, los sofistas, posteriormente los tres grandes baluartes de Sócrates, Platón y Aristóteles que bajo el concepto de razón intentaban conocer los primeros principios, las causas últimas de todo lo que rige en nuestra vida, se va desvelando el intelecto en un sueño metafísico de planteamientos por demás interesantes y dignos de un estudio perenne que llega hasta nuestros días, pasando por los cínicos, estoicos y epicúreos, llegamos ya inmersos en la era cristiana y bajo el signo de la revelación emerge la egregia figura de San Agustín de Hipona, Doctor de la Iglesia y autor de la frase “Roma Locuta causa finita est”

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Con esta locución latina que en español significa “Roma ha hablado el caso está cerrado” la cual se utiliza coloquialmente en diversos ámbitos sobre todo en el jurídico para señalar que una vez que la máxima autoridad competente ha dado un juicio, este queda totalmente definido sin ninguna apelación pertinente.  Pues bien así con esta frase, recordaremos  a San Agustín de Hipona (Tagaste 13 noviembre  354 Hipona 28 de agosto 430) a quién se le atribuye la acuñación de la misma, con la cual  se  cerró una enconada controversia contra la herejía pelagiana que fue condenada por el Papa Inocencio I en el año de 417.

Agustín Obispo de Hipona es considerado junto con San Ambrosio de Milán,  Jerónimo de Estridón y Gregorio Magno con la categoría de Doctor de la Iglesia (los primeros cuatro Doctores latinos) título que se otorga ya sea por el Papa o un Concilio ecuménico a ciertos hombres  en función de su erudición y reconocimiento como eminentes maestros de la fe y su aportación a la apologética.

Este día donde de acuerdo a la historia Agustín muere en el sitio que los vándalos capitaneados por  Genserico sometieron a la ciudad de Hipona durante la invasión de esa entonces provincia romana ubicada en el norte de África, se recuerda su gran obra no solo en el orden espiritual sino sus grandes aportaciones a la cultura y sobre todo al campo de la Filosofía y de la Educación y es precisamente de estos dos últimos conceptos donde queremos matizar  la riqueza de su docto conocimiento.

Sobresalen en su haber dos magníficas obras una titulada “Las Confesiones” la otra, “La Ciudad de Dios”, en la primera es prácticamente una biografía interior donde la introspección es un elemento muy importante de aportación a la literatura, en la cual se destacan los aspectos de su vida licenciosa que tuvo en su juventud despegada de la virtud , su vida en Cartago,  el utilizar sus dotes de oratoria, retórica y poesía que lo llevaron a ser orador imperial  para enfrentarse al obispo de Milán San Ambrosio quien posteriormente se convertiría en su maestro, su pertenencia a los maniqueos y su posterior conversión gracias entre otras cosas a la virtud abnegada y ferviente de su madre Santa Mónica, esta obra nos plantea además reflexiones sobre el tiempo y sobre el universo siglos muchos siglos antes de los estudios que sobre la relatividad se hicieron.

En la Ciudad de Dios Agustín se alza contra la opinión de los romanos que interpretaban el saqueo de Roma en manos de Alarico I como un castigo divino atribuyéndole a los cristianos y en particular a la prohibición que se había hecho del culto a las deidades romanas.

En esta obra explica el autor que en la Historia coexisten dos ciudades La ciudad del hombre volcada hacia el egoísmo y el materialismo y la otra, la llamada ciudad de Dios, que se va realizando históricamente en el amor y la práctica de las virtudes en especial de la virtud de la caridad y la otra la virtud de la justicia, esa es la meta hacia donde se encamina la humanidad y que está destinada a trabajar por la justicia social que llevan indudablemente al Bien común.

Esta obra es toda una lección histórica con reflexiones importantes sobre derecho, ley, tiempo y espacio, el origen y sustancialidad del bien y del mal entre otros temas, una obra clásica muy completa y recomendable en general, de gran valía en la materia de historia universal.

Es así como el genio de San Agustín ha incidido considerablemente en la Educación y en Filosofía como un referente importante cuyas aportaciones marcan una pauta muy valiosa en el saber humano que tiene como finalidad principal la búsqueda de la verdad.

Finalizo este artículo mencionando que la frase con que inicia el mismo es obra de nuestro personaje de hoy, y  agrego otra alocución  de idéntico orígenr referente a la educación principalmente en la Educación básica: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.”

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