“La Cuestión de Tepic”, documento básico para Nayarit; regalo de Apaseo

El pasado 3 de mayo, celebrándose en Tepic el “Día Mundial de la Prensa”, el gobierno del estado nos invitó a desayunar en el Salón Real del Hotel Real de Don Juan.

Como es costumbre, se colocaron mesas redondas y níveamente  enmanteladas, para diez comensales cada una, quienes empezamos con café y fruta. De ahí seguiría el filete de res con chilaquiles y frijoles. Esta costumbre de reunirnos cada año, los periodistas en pleno, nos da la oportunidad de saludar amigos, compañeros y colegas que a veces no nos encontramos tan seguido en la calle o en el trabajo. También vienen de los municipios en donde existen medios de comunicación.

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En la mesa que me correspondió, era de los que comúnmente nos llaman ‘líderes de opinión’, y entre otros mencionaré a Antonio Tello, Arturo Guerrero, Enrique Hernández Quintero e Ignacio Palacios, entre otros destacados comunicadores. Pero también se estila que en cada mesa los organizadores colocan estratégicamente a un funcionario público de primer nivel, que almuerza con nosotros. Aquí nos correspondió ser acompañados por el contralor Luis Antonio Apaseo Gordillo, uno de los hombres cultos del gabinete del actual sexenio que encabeza Roberto Sandoval Castañeda.

Apaseo, a quien le decimos “Conta”, es un tipo sencillo, viene de abajo, tiene un estilo muy tratable, como pocos. Su gesto, de leve sonrisa eterna, es inalterable. Sus palabras que suenen un tanto calladas son pensadas y habladas con mesura. Más que un servidor público, es un amigo que platica y come a la par de sus acompañantes. Se deja tomar las fotos que sean. Le resalta su inteligencia y sus modales de amabilidad y paciencia.

Así las cosas, transcurría el tradicional desayuno de prensa; llega el gobernador y saluda a todos, mesa por mesa. Para enseguida, una vez finalizado el comer, se entregan los premios estatales de periodismo 2016. Entretanto, hay un momento en la mesa de nosotros en el que Apaseo se me acerca y me comenta que me tiene reservado un libro de regalo. Un libro, – me aclara-, que se refiere  a un episodio importante en la historia de Nayarit. Te lo voy a hacer llegar, me promete.

El Contador Apaseo se emociona cuando me intenta relatar el contenido de ese libro, “te va a gustar mucho”, me adelanta. Y no se contiene para decirme, de cerca, pues había mucho ruido ambiental tanto en la masa reunida como en los amplificadores, que le emocionaba la historia del estado, y que además de cumplir sus delicadas funciones en el servicio público, le daba viajes a diferentes textos de la historia de Nayarit.

En este caso, se refería a un “librito” que se había  encontrado en un establecimiento de la ciudad de México, que se titula “La Cuestión de Tepic”.

Mi venado-, me habla el Conta por mi apodo familiar-, Nayarit es ahora un estado que luchó más que el resto de entidades federativas por su autonomía-. Nayarit es una cadena de sucesos increíbles para haber llegado a constituirse en 1917. Hubo muchos intentos de independizarse desde antes de la Reforma juarista, me dice Apaseo emocionado.

Para mala fortuna el evento subía de volumen por cuestión de la rifa de regalos y el ya para entonces desordenado y alegre intercambio de abrazos y saludos de mesa a mesa y de rincón a rincón del salón de eventos. Sin embargo, al ser jalado el contralor a una entrevista con los compañeros de televisión, aún volteó su cabeza para asegurarme, -¡Te lo voy a hacer llegar!-.

Así finalizó el acto de Prensa. Como a las once y media de la mañana ya andábamos en la calle. Con tal calor que buscábamos la sombra de algún cafetín o hasta de un barecito. Todos los periodistas nos desperdigamos, dándole por supuesto saludos y despedidas a quienes viajaban a los municipios.

A las tres de la tarde con treinta minutos suena mi teléfono y era un asistente de Apaseo. Señor Bernardo, me dice, tengo que entregarle un libro que le manda mi jefe. Le dije dónde nos veríamos y no estaba muy lejos. Nos encontramos en el café La Flor de Córdoba del Fray Junípero, y ahí me entregó un cuadernillo de tan solo 20 páginas.

“La Cuestión de Tepic” se llama. Y ya en la primera página se lee “La Cuestión de Tepic juzgada bajo su aspecto político y constitucional”. Introducción de Pedro López González. Es un ejemplar que reproduce el original cuya primera edición se elaboró en 1872, en la imprenta de Francisco Díaz de León y Santiago White, por la calle Lerdo número 2. Un libro de esta primera edición se encontró en la biblioteca del maestro Eugenio Noriega Robles y de ese original se han reproducido miles de reimpresiones.

El ejemplar que me hizo llegar Apaseo es una edición facsimilar producida por el Congreso del Estado en 1997. “La Cuestión de Tepic” es una proposición que hacen los diputados de Tepic al Congreso de la Unión en octubre de 1872 para que no se desenvuelva la guerra que quería Jalisco para arrebatarnos nuestra territorialidad. La muerte de Benito Juárez en julio de ese año, trajo dificultades a Tepic y se amenazaba atacar a las fuerzas vivas del ya entonces Distrito Militar de Tepic, para, por así decirlo, regresarlo al estado de Jalisco.

El general Manuel Lozada, que ya tenía pactos con Benito Juárez respecto de nuestra autonomía, vio un futuro violento porque en Jalisco echaron las campanas a vuelo, calculando ellos que sería fácil anexar de nueva cuenta a nuestro Nayarit a la demarcación jalisciense. Si esto hubiese sucedido, se preguntaba Lozada a través de sus autoridades civiles Luis Rivas Góngora, Carlos Rivas y Manuel Payno:

“¿Quedaba, pues, el país sometido, los ciudadanos contentos, Jalisco más poderoso y mejor gobernado, la federación más potente? Nada de esto, señor: todo sería tan costoso como tan inútil, y si se quiere tiránico, siempre que nos acordemos que la Constitución tiene en su mano, como no nos cansaremos de repetir, el remedio pronto y eficaz”. Eso decía casi al final el documento, “La Cuestión de Tepic”, que mantiene a Nayarit de pie hasta nuestros días. Y a Manuel Lozada también lo tenemos de pie, (injustamente olvidado oficialmente), como el forjador de este Estado en el que nacimos, crecimos y esperamos de él el mejor futuro a nuestros descendientes.

Seguiremos hablando de este asunto en Enfoque. Nuestra historia hacia el Centenario está muy cerca y tenemos la obligación de contemplar de cuerpo entero a nuestros hombres ilustres, uno de ellos,  el general Manuel Lozada cuyo poderío imperó en lo que hoy es Nayarit, (Y poco más allá), durante 16 años, de 1857 a 1973 en que fue fusilado sin juicio, sin cargos, sin abogados, como lo establece su biógrafo: Jean Meyer.

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