La gestión del primer gobernador de Nayarit José Santos Godínez

El estado de Nayarit nace cuando aún no se habían solucionado los asuntos de la revolución mexicana, pero nace, dejando de ser territorio de Tepic por el acuerdo de la asamblea constituyente de 1917.

Los maestros rurales Juan Espinoza Bávara y Marcelino Cedano, y el teniente coronel Cristobal Limón, diputados constituyentes por el territorio de Tepic, unidos a los luchadores nayaritas Esteban Baca Calderón, diputado constituyente por el estado de Jalisco, y Andrés Magallón diputado por el estado de Jalisco, y juntados al bloque con los radicales del Constituyente de Querétaro, habían logrado que con la reforma constitucional, Nayarit ya fuera estado libre y soberano de los Estados Unidos Mexicanos.

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Esta noticia fue agradable para los trabajadores del campo y de la ciudad que lo celebraron, pero repudiada por los explotadores de los pobres, que eran por supuesto los dueños de las casas comerciales y las haciendas.

El presidente Venustiano Carranza comisionaba al sonorense, general de brigada Jesús M. Ferreira como primer gobernador provisional del naciente estado de Nayarit, desempeñando ese cargo del 17 de marzo al 31 de diciembre de 1917.

El primero de Mayo de 1917, en solemne ceremonia, el general Ferreira, con base en los artículos 43 y 47 de la Constitución, declaró solemnemente que el extinto Territorio de Tepic asumía el carácter del Estado Libre y Soberano de Nayarit, y el 22 de septiembre convocó a la primera elección para gobernador y para los quince diputados locales de nuestro estado.

Los tres aspirantes que se inscribieron y al cabo se convirtieron en candidatos a gobernador de Nayarit fueron: Enrique G. Elías, obrero de Bellavista que había participado en la primera huelga del país y fundador del sindicato de trabajadores de dicha factoría. Otro candidato fue el maestro Esteban Baca Calderón, nacido en Real de Acuitapilco, municipio de Santa María del Oro. Y el tercero en discordia fue don José Santos Godínez, oriundo del vecino municipio de Jalisco, (hoy Xalisco).

Por primera vez el pueblo nayarita se apresaba a ejercer su libertad ciudadana. Por primera vez también formaba parte activa en las elecciones democráticas. En 10 de los 15 distritos electorales en que se dividía el estado triunfó Santos Godínez, quien el día 31 de diciembre de 1917 tomó posesión como gobernador de Nayarit.

Santos Godínez, -como lo señalan algunos historiadores-, se propone conseguir la verdadera emancipación económica social y política de Nayarit. El 5 de febrero de 1918 Godínez promulga la Constitución Política del Estado de Nayarit y el primero de marzo de 1918 decreta la Ley Económica Coactiva del Estado, y la Ley de Ingresos. Organiza los Ramos de la Administración.

Santos Godínez había sido un burócrata modesto, sencillo y honesto a toda prueba. Había prestado sus servicios a la educación y a la justicia y también había participado defendiendo la libertad y la dignidad de la patria al lado del obregonismo. Todo pintaba bien en el futuro de Godínez y Nayarit, había entusiasmo porque el primer gobernador electo constitucionalmente tenía buena fama pública, mucha aceptación.

El gobernador Godínez tenía enfrente tres poderosos enemigos políticos: La Casa Aguirre y sus aliados, contrarios a la creación del estado; la mayoría de los diputados del Congreso local; y el temible jefe de operaciones militares, el general Francisco D. Santiago.

Los adversarios a Godínez crearon contubernios, hicieron una alianza valiéndose de artimañas, acusaciones falsas y ruines, y mediante la violencia organizaron un motín, y durante los días 17, 18 y 19 de marzo le pudieron dar el cuartelazo. Godínez es desaforado, sometido a formación de causa, lo persigue la fuerza militar, se da a la fuga y tiene que refugiarse en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, mientras que aquí en Tepic la legislatura local, aliada de las casas comerciales y de la partida militar, consigue el nombramiento de gobernador interino para el general Francisco D. Santiago, mediante el decreto del 18 de marzo de 1919.

El general D. Santiago no era nayarita, sus antecedentes de hombre cruel, severo, arbitrario y además de hacerse protector de latifundistas había despertado antipatía entre la población. Nayarit vuelve a empaparse de sangre y a llenarse de luto y de dolor. Multitud de de hombres de campo que pedían la tierra, eran ahorcados despiadadamente en los árboles, sin juicios legales, morían en las mazmorras presidiarias, o asesinados por los caminos bajo las balas de las guardias blancas.

A Francisco D. Santiago se le atribuyen las ejecuciones por el método de la horca contra campesinos o fascinerosos de poca monta, que después de ser colgados en los árboles, ahí quedaban expuestos a la vista de todos “para ejemplarización de los demás”, así decía. Se sabe de un frondoso fresno por el rumbo de Los Fresnos, y del camichín frente al portal Menchaca, que el pueblo nombraba “árboles de navidad”, pues el temible general Santiago dejaba péndulos los cuerpos hasta que se apestaban.

La trágica etapa gubernamental de Francisco D. Santiago duró del 18 de marzo de 1919 al 23 de abril de 1920, en que la firma del Plan de Reivindicación de Agua Prieta, le restituía a José Santos Godínez en la gubernatura nayarita, dada su buena relación política con los líderes Adolfo de la Huerta y Álvaro Obregón.

José Santos Godínez pudo terminar su periodo en 1921, aun habiendo otros dos gobernadores interinos que no duraron mucho en el cargo, como lo fueron Fernando S. Ibarra (28 de febrero al 14 de marzo), y Salvador Arriola Valdés (del 15 de marzo al 11 de junio), ambos en pequeños periodos en 1920, después de desconocerse al terrorífico general Santiago.

José Santos Godínez Padilla murió pobre, y se asegura que el estado aún le adeuda su salario de gobernador de Nayarit. Falleció el 24 de octubre de 1970 en la ciudad de México, y había nacido en 1883 en lo que hoy es Xalisco, Nayarit, de manera que vivió 87 años.

Tiene su calle en la colonia Gobernadores y en el Fraccionamiento Estadios. Algunas escuelas llevan su nombre. Es un hombre del centenario que no debemos olvidar.

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