La ocasión de ser Gobernador

Realidad y Ficción, Simples Coincidencias

Un pueblo puede experimentar un número indeterminado de adversidades, que traen como consecuencia malos servicios públicos, pobreza y corrupción, y ante ello, muchos verán un problema, otros, verán una oportunidad.

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Hay dos concepciones de la política que todo interesado  debe entender, si bien no  desde el punto de vista de los analistas, sí desde lo útil  y práctico que son para llegar al poder.

En el libro de la República de Platón se discute, entre otras cosas, si es útil un hombre justo en tiempos de paz. Por su parte, Maquiavelo describe las circunstancias  que se dieron para que  Moisés, Ciro, Rómulo y Teseo pudieran  gobernar a su pueblo: “Bien estudiadas su vida y acciones, se verá que a la fortuna sólo debieron la ocasión favorable para establecer la forma de gobierno a su juicio más conveniente. Sin la ocasión, su talento y virtud fueran inútiles, y sin sus cualidades personales la ocasión llegara en vano.”

Aquel que quiera gobernar  deberá  identificar la ocasión: las circunstancias actuales que vive su pueblo para poder convertirse en la solución a sus necesidades y deseos. 

Para “Moisés fue necesario encontrar al pueblo de Israel esclavo y oprimido en Egipto, para que deseosos de sacudir la servidumbre, decidiera seguirle.” Y así podemos ver historias como la independencia de México, la revolución y otras formas de hacerse del gobierno. Es decir, todo orden debe evolucionar o terminará por cambiarse, por eso vimos la llegada al poder de gobernantes con banderas socialistas en américa latina: Lula Da Silva en Brasil, Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, los Kirchner en Argentina, y otros relevantes en España; pero sus gobiernos fueron pasajeros.  Podrá usted ver que en todos ellos están regresando o regresarán gobiernos conservadores, porque éstos, más allá  de ser alegres y prometer un nuevo orden, garantizan lo contrario, el statu quo, lo que significa no afectar los intereses de los poderes reales. Así pues, “Tales ocasiones proporcionan a estos grandes hombres el éxito de sus empresas”.

Maquiavelo nos dice que “debe tenerse en cuenta que no hay cosa más difícil de realizar, ni de más dudoso éxito, ni de mayor peligro para manejarla, que iniciar un nuevo orden de cosas. Quien lo hace, tiene por enemigos a todos aquellos que se beneficiaban por el orden anterior, y sólo encuentra tímidos defensores entre los favorecidos con el nuevo, timidez producida en parte por miedo a los adversarios, que tienen de su lado a las antiguas leyes, y en  parte por la incredulidad de los hombres, que no se convencen de que una cosa nueva es buena hasta que no se las  muestra la experiencia.” Por ello, se debe ser contundente al invadir los dominios de terceros, de lo contrario, la razón dicta actuar con prudencia.

Fidel Castro, como los otros, tuvo que encontrar un país con hambre, sin libertades, jóvenes con sed de justicia, un pueblo agraviado; ¿le suenan estas palabras?

Los hombres de guerra no sirven en tiempos de paz, los caudillos son útiles para el cambio de sistema y de orden. Por eso Fidel Castro lo entendió igual que lo hizo Maquiavelo, y  al llegar al Poder impuso de manera inmediata su orden, expulsando de Cuba  a los intereses ajenos, y creando en la población un sistema de factores reales de poder a fin a su gobierno, tanto en el interior como en el exterior. El Che Guevara le garantizaba a Fidel Castro ser un hombre de guerra, pero no de gobierno, por ello decidió seguir y morir en ella. Hay hombres que están hechos para la guerra, y los hay los que están hechos para gobernar: Zapata y Villa son de los primeros; Carranza  y Madero son hombres de Estado. Entiéndase pues, la guerra se gana con hombres distintos con los que se gobierna.

Los actuales aspirantes a candidatos en el Estado deben entender el actual orden, sus fortalezas y debilidades, y una vez esto,   aprovecharse de ellas para representar los deseos y necesidades del número necesario de votantes efectivos que los haga llegar al poder. Las guerras y las conquistas  siguen las mismas constantes desde hace más de dos mil años, solo se distinguen en la forma en que se manifiestan. No espere ver conflictos bélicos como la segunda guerra mundial ni conquistadores o tiranos como Alejandro Magno o Hitler, pero todos, los de ayer y los de hoy, persiguen lo mismo. Las guerras y la conquista del poder se desarrollan en el mundo de las ideas, de las formas  y de las estructuras sociales y económicas en ojos de pocos. 

Después de un hombre libre, siempre viene un hombre que representa a los olvidados, ajenos y oprimidos: personas que  en ocasiones  suman a la  mayoría de intereses. Alguien tendrá que convencerlos de que serán los próximos beneficiados. En otra esquina, están los que sacan provecho del actual orden, poco hay que preocuparse de ellos, porque la comodidad les ha quitado las energías para luchar contra intereses ajenos o contrarios: son tímidos, como los califica Maquiavelo, y se agregarán a la corriente que les garantice poco de lo que ahorita gozan; contrario a los otros, que se nutren con las  desavenencias diarias  de su presente.

Aquel que logre ver con los ojos de su pueblo, verá el camino que lo lleve a la cima.

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