Las promesas, ¿son para siempre?

Simples Deducciones

Eso lo sabe muy bien Alondra de 36 años de edad quien detesta que llegue la navidad y peor aún el año nuevo, el porqué de ello es muy sencillo, en ambas épocas se concentraron los mejores días de su vida y los peores, una navidad se casó y 10 años después en un año nuevo, encontró a su amado esposo con otra, “no era una desconocida, es mi prima y siguen juntos desde hace 2 años”.

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A pesar de tener dos hijos ella no ha podido resolver consigo misma el duelo, el coraje, la decepción para limpiar sus horas y seguir adelante. Alondra vive apegada a que su prima fue la culpable de que terminara su relación, “se le metió por los ojos a Raúl, ella fue la arrastrada”, su hermana y sus papás no ayudan mucho a que ella pueda liberarse de todo lo que la condena, como tiene un evidente sobrepeso que según el médico de similares rebasa los 44 kilos, su familia le recalca que “pues, si no estuvieras tan gorda, Raúl no hubiera volteado a ver a tu prima”, es lo que le dicen.

Cuanto más le recalcan lo de su peso ella más come incluso a escondidas, aunque está segura interiormente que sus kilos no son producto de tanta ingesta alimenticia sino de alguna enfermedad, esto ya fue descartado por su primo doctor que le hizo estudios, pero Alondra cree que él se confabuló con su familia para que le dijera eso y por ello invalida que el kilo de tortilla que consume diario, los 4 bolillos, litros se refresco y los antojitos de fin se semana sean la causa.

Se casó enamorada, “Yo creo que como pocas mujeres, Raúl era mi adoración, dejé todo por él hasta a mis padres porque él era el centro de mi vida”. Su ropa lavada, planchada, acomodada por color, por épocas (frío, calor, lluvia) y por actividades (oficina, amigos, fiestas, domingo), ahorraba lo más que podía escapar por si a él no le iba bien en el negocio de venta de carros no se viera en la penosa necesidad de pedir prestado.

Tras 6 años de “feliz” matrimonio en el cual, él no la llevaba a ningún lado y sólo habían visitado la playa dos veces en ese tiempo, Alondra comenzó a notar que él duraba más tiempo fuera, le excusó que estaba viendo la posibilidad de un trabajo formal pero había que hacer convivencia, “Nunca alcanzó el dichoso trabajo. Dejamos de tener relaciones, él me dijo que si yo quería volver a ser su mujer tenía que bajar de peso y yo creí que era broma y nunca lo hice y pues ya no hubo intimidad, hasta hubo meses que se durmió en una colchoneta en la sala”.

Poco a poco dice ella, Raúl se fue distanciando más y regresaba con olor a fiesta, “Cigarro, alcohol y perfume de mujer, incluso más de 3 veces llegó con el cabello mojado y le reclame, yo estaba muerta no de celos, de miedo a que me dejara, ¡él era mi vida!, ¡qué haría sin él!”. Raúl minimizó todo lo que ella le dijo y la ignoró desde esa discusión, ella creyó morir en vida.

No fue hasta 6 meses después que Alondra le dijo que habría un bailable en la escuela de los niños por el día de la madre, él le dijo que se sentía mal y que no podía ir. Al regreso ella lo encontró en su propia sala, con su prima-hermana, abrazados y felices, sin ánimo ya de ocultar lo que pasaba. Desde ese día ella odia a la familia pero Raúl es un hombre bueno dice Alondra, “solo que lo tiene embrujado”. No acepta que un psicólogo la puede ayudar, que ella es una mujer valiosa con kilos de más sí, pero que puede trabajar en ello. Está segura que su ex no tarda en reconocer que la única mujer de su vida es ella y que ahí estará esperándolo, “Porque las promesas se cumplen y juramos amarnos por siempre”. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com

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