Manuel Cota es el bueno del PRI

La verdad… sea dicha

El pasado domingo 19 de marzo, por la mañana, aquí en Tepic, la Avenida Aguamilpa y sus calles aledañas estaban transformadas en un gran río de personas que felices caminaban hacia el impresionante Auditorio de la Gente. Eran los militantes y simpatizantes priistas que fueron invitados para ser testigos presenciales de la importante Convención de delgados, quienes ese día nombrarían a su candidato del PRI a la gubernatura de Nayarit. No era fácil el acceso para alcanzar las puertas del recinto multifuncional, aquellas expresiones ciudadanas de algarabía y fiesta, implicaba un agradable obstáculo para entrar al Auditorio. Los numerosos contingentes priistas venidos de todos lados, de los municipios, de la misma capital; lo mismo se detenían para echar porras, que para ponerse a bailar con música de banda en plena calle. Era una fiesta genuina como las que saben disfrutar en el partido tricolor.

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Ya a media mañana, si afuera el ambiente sonaba bullanguero, adentro en el Auditorio, con sus más de 12 mil asistentes, la fiesta política simple y sencillamente se percibía fenomenal. Poco a poco el gigantesco templete acondicionado para recibir a las personalidades del evento se fue llenando, mientras que en los pasillos desfilaban los políticos de renombre priista; los senadores, diputados federales y gobernadores de México, además de los diputados locales y los ex gobernadores de Nayarit, claro, de extracción tricolor. Lógicamente hicieron acto de presencia los jerarcas nacionales del Partido Revolucionario Institucional, así como los líderes priistas del Comité Estatal de Nayarit. Cuando la algarabía política estaba en su mejor momento, aparecieron en el recinto el gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda; el Presidente Nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, y el Senador Manuel Humberto Cota Jiménez, quienes atentos, contentos y afables saludaron a la gente que se les acercó; se tomaron fotos, conversaron, y recorrieron entre saludos y abrazos el trayecto hasta el templete donde los líderes priistas les esperaban. Entonces inició el gran evento oficial. En la concurrida Convención Estatal, el precandidato Juan Ramón Cervantes renunció a su precandidatura y se unió al proyecto de Manuel Cota, de tal manera que los 5 mil delegados por unanimidad decidieron nombrar como candidato del PRI a la gubernatura de Nayarit a Manuel Humberto Cota Jiménez, bajo un dictamen que corroboró el Presidente de la Comisión Estatal de Procesos Internos, Roberto Ruz Cruz.

Así, fue el Presidente Nacional del PRI, don Enrique Ochoa Reza, quien le tomó la protesta estatutaria al hoy candidato Manuel Cota Jiménez, ante los miles de militantes y simpatizantes que ovacionaron la designación política, y avalaron la entrega de la constancia que le acredita como candidato tricolor. Don Manuel al fervor del momento expresó: “Con la fortaleza que me otorga los 88 años de historia política y social del PRI y a la generosidad de su militancia, asumo con plenitud el reto que implica el ser el Candidato a Gobernador del Estado, lo haré con pleno espíritu republicano, vamos a darle dignidad y respeto a esta competencia de este sistema electoral”.  Cabe mencionar que al concurrido evento asistieron los dirigentes nacionales de los sectores obrero, campesino y popular; las organizaciones de jóvenes, y mujeres en progreso de Nayarit, algo que resulta importantísimo para la unidad que ese día logró cristalizar el partido tricolor, una unidad que aseguró el líder nacional de PRI, Enrique Ochoa Reza, les llevará a obtener carro completo en las elecciones de este 2017.

También en su mensaje, ya como candidato, el Senador con licencia, Manuel Cota expresó que ha llegado el momento para Nayarit, de tratar y conciliar los intereses de todos, de llegar a acuerdos, de gobernar con austeridad, de tolerar las diferencias de opiniones, de escuchar y asumir compromisos. Al referirse a los Jóvenes nayaritas, el candidato priista aseguró que es el momento de ellos, de las nuevas generaciones, de escucharlos y motivarlos, de impulsarlos a asumir sus retos y respaldarlos en ellos. Conmovido, agradecido y emocionado, Manuel Humberto Cota Jiménez, incitó: “Vamos por un Nayarit que deje atrás las disputas y la división, por un Nayarit unido. Vamos por un Nayarit que sume talentos, voluntades y esfuerzos, y escribamos juntos el mejor capítulo de la historia de Nayarit”.  Así concluyó el magno evento tricolor, tal como empezó, con porras, fiesta y buenos augurios. Con un priismo motivado, con aliados de hueso colorado quienes a la salida del recinto seguían gritando con bandera en mano que Manuel Cota es el bueno para Nayarit.

El arte de sonreír

Hoy amigo lector, para relajarnos un poco y estar acorde con estos días alegres de primavera, le transcribo un bello pasaje literario del escritor mexicano don Carlos González Peña, titulado “El arte de sonreír”, extraído de uno de los muchos libros que mi padre me dejó como herencia luego de su partida. Una herencia que guardo con especial aprecio, y que hoy comparto con usted:

Si la risa “conforme y tan a menudo se ha observado- nos distingue de los animales, acaso tal diferenciación pudiera mejor determinarla y fijarla la sonrisa que se antoja, a veces, trasunto del cielo, que es espíritu, que es finura, que es inteligencia, que es gracia. Reviste la sonrisa los más variados caracteres. Ya es agradable, ya maliciosa o burlona; se colorea de espiritualidad o de alegría; es graciosa o irónica, impertinente o ligera. Pero “es” de alguna manera; y siendo, nos subyuga y atrae. Lo malo es no sonreír. Lo lamentable, no sonreír nunca. Recuérdese, en La Ilíada, la “sonrisa mojada en lágrimas”, de Andrómaca, cuando Héctor para despedirse, se despoja del casco resplandeciente, y el niño, al cabo, se refugia en el seno perfumado de la madre. Esa sonrisa mojada en lágrimas raya en la sublimidad. Más la sonrisa, recorre gentilmente toda la escala, de la sublime a lo trivial, de lo llano y simple, a lo misterioso y enigmático. Recuérdese, a propósito, la de Monna Lisa. Aunque siendo primas hermanas, hay una diferencia profunda entre la sonrisa y la risa. El reír, le es dable a cualquiera; el sonreír “el sonreír bien, interesantemente-, a muy pocos. Advertía el viejo Fontenelle que mujeres lindas hay que saber reír, pero no sonreír; y el adorable Teófilo Gautier aseguraba que las mujeres sonríen a menudo cuando tienen bonitos dientes. Víctor Hugo, en fin, el poeta de las hipérboles desmesuradas, afirma que la sonrisa de la mujer que ama tiene tal claridad, que se ve la noche.

Pero no sólo las mujeres sonríen o deben sonreír

Debemos sonreír todos. Debemos sonreír; aunque, claro está, a su tiempo y espontáneamente, y todo no así como así, sino con su cuenta y razón. Conocida es la práctica yanqui de aconsejar a uno la sonrisa. ¡Sonría usted! La orden, así, de pronto, tan perentoria; cuando no por ímpetu burlesco, arranque la sonrisa, nos causa extrañeza, nos molesta. ¿Por qué he de sonreír yo al entrar en esta tienda? ¿Qué le incumbe al fúnebre vendedor de radios que yo sonría o no sonría? No obstante, y pese a la resistencia, a la irreprimible rebeldía que el consejo o la orden al primer ver suscita, comprendemos que hay razón en sugerirlo o reclamarlo. Es bueno sonreír. Se debe sonreír hasta para tratar aparatos de radio. La sonrisa es buena no sólo en el comercio de las tiendas, sino en el comercio de la vida. Hasta pronto. Para comentarios robleslaopinion@hotmail.com

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