Mesa de negociación

Jaque Mate

“Entre más libre sea el flujo del comercio mundial, más fuertes serán las mareas de progreso humano y la paz entre las naciones”.

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Ronald Reagan

La primera ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte ha comenzado en el hotel Wardman Park de Washington bajo una sombra muy importante, la de Donald Trump, quien hizo del rechazo al libre comercio una de sus principales banderas de campaña.

En varias ocasiones Trump ha señalado al demócrata Bill Clinton como responsable del tratado. Este 14 de agosto afirmó en Twitter: “Los obstruccionistas demócratas nos han dado (o no han arreglado) algunos de los peores acuerdos comerciales en la historia mundial. Estoy cambiando eso rápidamente”. La renegociación ha empezado, en efecto, con rapidez, antes de que se cumplan siete meses de gobierno, pero Trump miente al sugerir que el acuerdo fue obra de Clinton o de los demócratas.

El republicano Ronald Reagan fue en 1979 el primer político en proponer un tratado de libre comercio entre los tres países de Norteamérica. El TLCAN

fue negociado por el también republicano George Bush, padre, quien lo rubricó en 1992. Clinton rechazó el acuerdo como candidato, aunque lo aceptó como Presidente en 1993. En el Congreso el acuerdo fue ratificado mayoritariamente por republicanos.

La falta de memoria histórica de Trump no preocupa tanto como su ignorancia económica. El Presidente afirma que el acuerdo es malo porque ha provocado un déficit comercial para su país. En su intercambio con México, efectivamente, Estados Unidos pasó de un superávit de 1,663 millones de dólares en 1993 a un déficit de 64,354 millones en 2016 (Census Bureau). Para alguien que no entiende de economía, o cuyo conocimiento se detuvo en los mercantilistas del siglo XIX, esto es razón suficiente para establecer reglas proteccionistas.

El déficit comercial estadounidense, sin embargo, no tiene nada que ver con el TLCAN. El mayor déficit es con China, 347 mil millones de dólares, cinco veces superior al mexicano, pero Washington no tiene un acuerdo de libre comercio con Beijing. Estados Unidos, de hecho, registra déficit comercial con 101 países.

La explicación se encuentra en realidades económicas, no en tratados comerciales. El factor fundamental, como ha explicado Stephen Roach de la Universidad Yale, es una baja tasa de ahorro. Mientras los consumidores estadounidenses no incrementen su ahorro, el déficit comercial se mantendrá en niveles altos sin importar los acuerdos comerciales. Además, la balanza comercial es sólo una parte de una balanza de pagos más amplia, en la que Estados Unidos tiene superávit tanto en servicios como en capitales. Una reducción en el déficit comercial significaría un menor flujo de capitales o de ingresos por servicios. El resultado más probable sería una recesión.

Los negociadores estadounidenses son profesionales. Robert Lighthizer, representante comercial, fue representante comercial asistente con Reagan; John Melle, quien encabeza el equipo de negociación, ha defendido el libre comercio. El problema es que Trump está dando instrucciones desde arriba.

Desmembrar el TLCAN tendría costos importantes. David MacLennan, director general de Cargill, la mayor comercializadora de productos agrícolas en el mundo, ha señalado que la salida de Estados Unidos sería “un gran error”, un golpe “destructivo para la economía estadounidense”. Reagan diría que “nuestra política comercial descansa firmemente en los cimientos de mercados libres y abiertos”.

Sólo llorar

Le tocó el turno a Amazon de sufrir un ataque de Trump en Twitter. La razón es que Jeff Bezos, dueño de la comercializadora, también es propietario del Washington Post, que publicó un editorial que decía: “Cuando el líder de la nación no comprende [el rechazo moral a una manifestación neonazi], la nación sólo puede llorar”.

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