De todos colores y sabores

La verdad… sea dicha

Nuestro Premio Nobel de Literatura, el genial Octavio Paz, siempre creyó que la corrupción era herencia de nuestros ancestros, y no se equivocó; pero también aseguraba que al compartir esa corrupción, significaba la condena general para los de la tierra azteca, palabras dichas como si todos los mexicanos fuéramos corruptos; bueno, era el pensamiento del escritor en el siglo pasado. La corrupción existe, no hay ninguna duda, por mucho que tratemos de ignorarlo, de matizarlo, de disfrazarlo, es el terrible mal que lacera las entrañas de la nación mexicana, aunque las voces que son públicas lo expresen muy a su conveniencia. Los políticos por ejemplo, aducen que hablar sobre el tema es hacer la guerra sucia con fines electoreros, y es que para nuestra desgracia hay tela de donde cortar, todos los días surgen funcionarios y ex funcionarios del gobierno disfrutando de millones de pesos que han hurtado del erario.

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Luego, cuando llegan las elecciones, por ejemplo, el tema de corrupción se lanza  a la opinión pública como anzuelo para jalar adeptos; y así, como en un juego de medias verdades y medias mentiras, los políticos colmilludos tratan de demostrar que los bandidos están en el vecindario contiguo, entonces viene a los ojos, a la mente, y a todos los sentidos de los electores una inmensa ola de promesas positivas con las que se intenta tapar esa costumbre inaceptable de fregar a la nación. Los mexicanos no debemos guardar el descontento, la aflicción, porque entonces sino decimos nada, sino hacemos el recuento de los daños, estamos destinados a sufrir la misma pena, a seguir maniatados por estos gobernantes sinvergüenzas y garañones a quienes les importa un comino el asunto de la honestidad. Parece imposible que el nuevo gobierno republicano del Presidente Andrés Manuel López Obrador pueda acabar con la corrupción, es una tarea titánica, pero con que se inicie bien esta lucha ya vamos de gane, recordemos que Roma no se hizo en un día.

AMLO, EL COMBATE A LA CORRUPCIÓN

Qué cosas están pasando en nuestro México ahora que ha llegado el nuevo gobierno republicano del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Oiga, es increíble la cantidad de atrocidades que se han ido descubriendo con la corrupción, la que desde los últimos tres sexenios se ha enconado en la nación, en el gobierno federal, en los estados y los municipios. Desde luego que suponíamos que las cosas no iban bien, que había funcionarios abusando, robando al erario, pero lo que se ha venido ventilando por voz del Presidente Obrador es realmente de escándalo; la corrupción en PEMEX, en el abasto de medicinas para el sector Salud, en los sueldos estratosféricos que ganaban los altos funcionarios, en los privilegios que gozaban unos cuantos a costillas del pueblo, la verdad es algo inadmisible. Imagínese usted amigo lector lo difícil que será enderezar el barco, las acciones que tendrán que emprenderse para sacar adelante a la nación,  los cayos que habrán de pisarse, y la cantidad de sinvergüenzas que tendrán que meter a la cárcel para que paguen por sus fechorías a fin de que se acabe con la corrupción.

No, no será una tarea fácil, y seguramente algunas acciones de reacomodo, investigación y aplicación de la ley afectará momentáneamente el funcionamiento de la maquinaria gubernamental, algo que a muchos no les hará gracia pero que es necesario para limpiar la casa de alimañas. Ahí tiene usted por ejemplo el caso de Pemex donde el gobierno ha tomado medidas para evitar que se sigan robando el petróleo y la gasolina, un asunto en el que se dice estaban involucrados funcionarios y trabajadores de la paraestatal, en verdad que la acción para evitar el robo de combustible es de aplaudírsele al gobierno federal, porque esto estaba ocasionando un debilitamiento de las finanzas públicas, aunque el cierre de los ductos y la reducción de producción en algunas refinerías ha ocasionado problemas con la distribución de gasolina en varios estados, seguramente se tendrá que buscar la manera de no afectar a la población; pero lo que es claro, es que para curar los males es necesario de medicinas que no siempre son agradables, de intervenciones quirúrgicas incomodas con tal de extirpar el tumor.

ASÍ ES LA VIDA

Suena lejano el año 1994, cuando arribó al poder Ernesto Zedillo Ponce de León, quien se convirtió en el Presidente de los mexicanos. En aquel entonces, mi hermano Mayo y yo radicábamos en el Distrito Federal, hoy Ciudad de México. Es curioso, pero nuestro acercamiento con la familia real, por así decirlo, sucedió de la manera más inesperada; un día que trabajábamos en un restaurant muy conocido de Insurgentes Sur, para amenizar una reunión de políticos del Partido Revolucionario Institucional que habían llegado de todo el país; mientras mi hermano cantaba con el acompañamiento de mi guitarra, se acercó un señor muy bien vestido y amable quien se presentó como Fernando Velazco, secretario particular de la Señora Nilda Patricia Velazco esposa del Presidente Ernesto Zedillo, él le preguntó a mi hermano que cuánto cobrábamos la hora pues estaba interesado en que asistiéramos a una fiesta familiar que tendría ese día por la noche en Las Lomas, una zona exclusiva donde habitan los políticos, los artistas y gente pudiente de la ciudad capital.

Ni tardo ni perezoso Mayo arregló la presentación, de tal modo que unas horas después, en punto de las doce de la noche ya estábamos tocando la puerta de la elegante residencia. Una empleada nos dirigió hasta el amplísimo jardín donde ya tenían un gran ambiente, y sí eran una gran familia, don Fernando nos invitó a ponernos cómodos, había un equipo de audio donde los muchachos se acercaban a cantar, hasta guitarras tenían. Luego de algún tiempo el licenciado Fernando nos presentó y les cantamos un buen rato; al final nos pagó la presentación y nos hizo una invitación para asistir como cantantes a una boda muy importante que tendrían en su familia, gran evento del que alguna vez le platiqué vivimos una muy graciosa experiencia, y que seguramente le volveré a platicar en alguna otra columna. Mucho tiempo después me enteré que Don Fernando Velazco, quien era hermano de la primera dama de México, dos años después de conocerle murió en un accidente automovilístico acá por el estado de Jalisco. Ni hablar, así es la vida, nunca sabremos cómo acabarán nuestros días. robleslaopinion@hotmail.com

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