Los tropiezos que te obligan a madurar…

Simples Deducciones

Es la sociedad perfecta que todo lo juzga y que nada perdona, claro, mientras los desatinos no pasen en sus familias; las críticas que duelen más que pedradas directas al cuerpo y la incomprensión de que un embarazo en la adolescencia, no es el fin del mundo, ¿qué hará girar todo?, es cierto, pero que es una gran lección también, Camila lo sabe muy bien, y estoy seguro que hay muchas Camilas y vendrán otras más.

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“Que tire la primera piedra quien esté libre de pecados, equivocarse es fácil, lo difícil es asumir las consecuencias de nuestros errores”, es lo que le digo a Camila, joven de 28 años de edad que es madre soltera, quien se embarazo cuando era adolescente y que asegura, lo más difícil para lograr sacar adelante a su hija y una carrera universitaria, han sido las duras críticas que le hicieron sus conocidos, amigos e incluso familiares.

La desolación que sintió cuando muchos le dieron la espalda, incluidas sus “amigas”, de escuela. Las mamás de ellas, consideraron que Camila era un mal ejemplo y temieron que sus hijas fueran a seguir el mismo camino, así que les prohibieron hablar y juntarse con ella. Camila, sintió los ojos de toda la escuela sobre ella, juzgando su ligereza y hasta el descuido maternal, por no estar al pendiente de ella.

Ella no justifica su embarazo adolescente con la falta de comunicación que tenía con su madre o con la ausencia de un padre en su vida desde muy temprana edad, simple y sencillamente asegura que se dejó llevar en lo que en su momento creía sería una relación para toda la vida, “la ilusión de tu primer amor, el no pensar en las consecuencias de tus actos y creer que todo siempre va a ser color rosa hace que te dejes llevar, que hagas locuras y sí, que cometas errores”, enfatiza Camila de manera nostálgica.

“La verdad es que la vida te hace madurar a veces con golpes, ¡no es sencillo eh!, yo lloré mucho, caí en depresión por bastante tiempo pero la sonrisa de Karla me daba energías, la amo, y no me arrepiento de lo que he hecho en mi vida porque todo eso me ha llevado a tenerla, y hoy me siento muy bien, ¡ya tiene 10 años!, pero soy consciente de que me adelanté etapas, que compliqué la vida de mi mamá y que tuve que asumir responsabilidades que no sólo no deseaba sino que no podía solventar”.

Camila tenía 17 años cuando salió embarazada de su primer novio, y con quién llevaba ya dos años de relación; no sabe quién se asustó más con la noticia, si ella o su novio, “no estábamos seguros de qué hacer, fue muy difícil para ambos, una amiga más grande que yo fue la primera en saber luego le dije a él y yo no esperaba su reacción, me dio más miedo ver cómo se puso, pasaron muchas cosas pero al final les dijimos a sus papás y sabes yo creo que fue más por ellos que él y yo, seguimos juntos, nos fuimos a vivir a casa de mis ex suegros”.

Acompañada de sus suegros y novio de aquel entonces, Camila acudió con su mamá para darle a conocer la situación, para explicarle que se iba a “juntar” con su pareja y que iba a ser abuela; una noticia así causó un gran impacto no sólo con la mamá de Camila sino en toda su familia, ya que era muy “conservadora”. Su mamá y tías se casaron por la iglesia, vestido blanco, entregadas en el altar por el familiar de mayor rango, hicieron fiesta, bailaron el vals y les pusieron los tradicionales billetes.  Lo mismo pasó con la única prima mayor que tenía Camila, incluso su mamá, luego de fracasar en su matrimonio nunca más ha buscado pareja.

“Lo que pasa es que a los años de casados mi papá se fue a trabajar a Estados Unidos y pues ya no regresó y mi mamá  empezó a trabajar, es costurera, pero mis tíos, sus hermanos pues, le echaban la mano también, y cuando supieron que salí embarazada ya te imaginarás qué no dijeron y todos se sentían con derecho a opinar por lo mismo que según nos ayudaban mucho”.

“Mi mamá ha sido mi pilar más fuerte, y los abuelos paternos de Karla la verdad también me han ayudado mucho, siempre están al pendiente de ella, pero al principio mi mamá lo tomó muy mal, me dijo muchas cosas, que la había decepcionado, que si qué pensaba, que no contara con ella, que qué iban a decir mis tíos, y mucho más; me lastimó mucho, pero la verdad es que la entiendo y además su actitud cambió en unas semanas, sobre todo cuando empezamos a platicar más entre nosotras.

El embarazo para Camila fue muy difícil, pese a la buena relación que llevaba con sus suegros ella empezó a sentir la indiferencia de su pareja, luego del nacimiento de su hija los problemas se acentuaron y al final se separó y se fue a vivir con su mamá. Fue entonces cuando asegura que se esforzó más, para estudiar y concluir su licenciatura, hizo la combinación de trabajo y estudio.

Hoy, Camila está a punto de sacar su casa a través de INFONAVIT, asegura que no se siente mal por ser madre soltera y que en estos momentos no pasa por su cabeza tener una relación, está enfocada en obtener su casa propia, en seguir cumpliendo en su trabajo y en estar todo el tiempo que pueda con su hija. Nunca le ha reclamado una pensión formal a su ex, pero los papás de él siguen al pendiente de la pequeña Karla, quien es una niña alegre, noble y bastante estudiosa. Camila no cambia por nada toda su vida, pero también, cada vez que tiene oportunidad, alerta a los adolescentes de lo difícil que será formar una vida de adultos, siendo muy jóvenes.

Hace un balance de las críticas que la hostigaron y cansaron, pero además, la hirieron. La que aún recuerda y le molesta es aquella dicha por una vecina, “pues se le veía la zanca al pollo, desde niña se le encimaba a mis hijos, a quién le dan pan que llore, así tenía que terminar”. De esa forma Camila dice, que juzgar la vida ajena es lo más fácil, “pero una vez que te toca, en tu familia, todo se justifica”. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com

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